miércoles, 29 de octubre de 2014

Torero, Matador, Asesino, Criminal

   Supongamos que existe una civilización extraterrestre avanzada con la capacidad tecnológica de observar el Universo sin ser detectada. Supongamos que dicha civilización se fija en el tercer  planeta del Sistema Solar, La Tierra, y decide estudiar los seres vivos que lo habitan y lo destruyen, para poder decidir sobre un posible contacto con ellos aunque, de antemano, sabe que el ser vivo situado en la cima de la escala alimenticia, es el único que es capaz de acabar con la vida de sus propios semejantes y de otros seres vivos y lo hace por diversión y no por supervivencia.
   El hecho de que esos seres, los humanos, son capaces de destruir el lugar en el que viven sabiéndolo y aún así no hacen nada para remediarlo, ya supone de por sí, un no rotundo para el posible contacto de las hipotéticas civilizaciones extraterrestres con los humanos (¿será por eso que el ser humano todavía no ha podido contactar con otras civilizaciones avanzadas del universo y viceversa, a pesar de que la llamada Ecuación de Drake asegura la existencia de dichas civilizaciones?, ¿saben lo que se hace el ser humano a sí mismo y a su planeta y entonces no les interesa el contacto por la violencia de los humanos?).
   El ser humano se relaciona con otros de su especie y de otras especies animales y su entorno en complejas sociedades. Supongamos que la civilización extraterrestre que observa el planeta Tierra, se fija en una sociedad en concreto y, se da cuenta en su estudio, que el ser humano es capaz de criar especies animales, menos desarrolladas mentalmente, para alimentarse, lo que para cualquier civilización avanzada no supondría ningún problema ético al igual que tampoco le supondría a esta civilización un problema moral la experimentación con otros seres vivos para conseguir vacunas con las que curar o paliar las enfermedades propias de una carcasa degradable con el tiempo y basada en carbono y agua.
   Lo que sí supondría un dilema moral para una civilización avanzada que estuviera observando al ser humano, sería el hecho de constatar que el ser humano cría un tipo muy concreto de animal para ejecutarlo en una estructura redonda mientras otros seres humanos se divierten al verlo. Dicho animal no ha incurrido en ninguna falta ni ha provocado a los humanos, simplemente nace para morir de una forma salvaje. Al ser humano que se encarga de acabar con la vida de este otro ser vivo se le llama `torero´, puesto que el animal al que mata se llama `toro´. Dicho torero es, en la escala de valores sociales por la que se rige la sociedad en la que vive, tan valorado como otros seres humanos que se dedican a salvar vidas de otros seres humanos (cirujanos), y mucho mejor valorado que otros humanos que inventan artilugios para hacer su vida más agradable (ingenieros) y también mejor valorado que los humanos que estudian y analizan lo que les rodea para tratar de entenderlo (científicos).
   Dicho torero, acaba sin piedad con la vida de otro ser vivo, sesga una vida para su propio beneficio y se lucra con ello. Las propias leyes de los seres humanos identifican estas conductas con las expresiones “asesino” y “criminal” sin perder generalidad con las acepciones que estas expresiones tienen dentro de los tratados legales.
   ¿Es este otro punto en contra para que una supuesta civilización avanzada con la capacidad de observar al ser humano, se plantee contactar con él viendo cómo trata a otros seres vivos?, ¿dicha civilización pensaría que el ser humano también quiere subyugarla tal y como hace con otras especies del planeta Tierra incluidos sus semejantes?

   Si el que escribe perteneciera a dicha civilización extraterrestre, con toda seguridad obviaría al ser humano y lo dejaría en soledad para que se autodestruyera en su planeta sin acabar también con la vida de seres que quisieran compartir su existencia en el Universo y los recursos de otros planetas .

lunes, 27 de octubre de 2014

Cómo Afrontar con Garantías la Ascensión por un Cortafuegos

   Según la RAE, un cortafuegos (forestal) es una franja de terreno que no posee ningún tipo de material combustible por lo que los incendios forestales no pueden expandirse. Se suelen situar en las laderas de las montañas hasta llegar a la cima y, generalmente, son de una pendiente bastante acusada. Por estos lugares se realizan competiciones de montaña de carreras a pie.
   Para un corredor, un cortafuegos es ese espacio de la montaña en el que, incluso los corredores muy experimentados y los de élite, han de ir andando y, si algún valiente sube estos lugares corriendo, ya no se considera un cortafuegos sino una cuesta de gran pendiente. Esta definición es un poco de andar por casa pero perfectamente válida en la práctica. Un cortafuegos normal tiene una longitud entre 1 kilómetro y 1,5 kilómetros. Cortafuegos de más longitud son raros de ver en una carrera de montaña aunque los hay.
   Mi experiencia en el mundillo de las carreras a pie me ha llevado a plantear algunas estrategias para afrontar estos lugares sin morir en el intento. Lo habitual en estos casos es ascender con pasos cortos, a veces ayudándose de las manos en las rodillas para ayudar con el tren superior a las piernas y, los más brutales, hay que hacerlos escalando, es decir, se apoyan las manos en la pared-suelo sin necesidad de inclinarse hacia delante. En este último caso estamos hablando de pendientes alrededor del 60% cuando lo normal en un cortafuegos está, más o menos, entre el 30% para una ascensión normal y el 45% para los que conviene ayudarse con las manos en las rodillas o en los muslos para “hacer palanca”. Alguno he sufrido del tipo de escalada y tienen un gran peligro porque solo se puede o subir o bajar, es decir, los corredores ascienden totalmente en línea recta sin posibilidad de irse hacia algún lado por la gran pendiente y se suelen desprender piedras. Conviene dejar mucha distancia entre el corredor que nos precede y avisarle al que nos sucede para que haga lo mismo, para prevenir el hecho de que alguna piedra pueda caer y tener algunos segundos para reaccionar (la reacción sería pegarse lo más posible a la pared y cubrirse la cabeza, ya que es imposible moverse hacia los lados).
   Y como siempre digo, es vital tener toda la información previa del perfil de la carrera y estudiarlo para saber en cada momento dónde se encuentran las dificultades técnicas y los puntos de inflexión.
   Básicamente hay tres tipos de formas de afrontar un cortafuegos con garantías de llegar a la cima sin haber desfallecido en el intento y dependen, estratégicamente, de cómo haya sido el terreno previo al cortafuegos. Común a estos tres tipos, durante el ascenso apenas miraremos hacia arriba, simplemente miraremos dónde pisamos y trataremos de ser lo más constantes posible. Merece la pena esta incertidumbre por no saber dónde está la cima. Otro punto común es que la ascensión también va a depender mucho de la altitud a la que se encuentre el cortafuegos: cuanta más altitud tenga la montaña más trabajo nos costará subirla por la falta de oxígeno. También hay que tener muy presente que sufriremos en un cortafuegos y hay que tener mucha fuerza mental. Así, tenemos:
1) Comenzar viniendo de un descenso. Es la forma más complicada y cuanto más pronunciado haya sido ese descenso previo, mayor complicación, siendo de la máxima dificultad lo que denomino “hacer la V”, es decir, venir de un descenso técnico y pronunciado e, inmediatamente, afrontar el cortafuegos. En el descenso previo los músculos han trabajado en retención, se corre rápido (según la técnica de cada uno) y la capacidad cardiopulmonar está reducida porque no hay que hacer esfuerzo y, de repente, nos encontramos con la subida. El cambio es brutal sobre todo para los pulmones y el corazón que tienen que ponerse al límite de trabajo para oxigenar las piernas. El ritmo de carrera se queda casi a cero y tenemos que cambiar rápidamente la mentalidad para ascender a pasos cortos. Se tarda un tiempo en asimilar este cambio tan radical y hay que adaptarse lo antes posible y tratar de coger un ritmo que nos permita andar rápido pero con calma o si no, nos tendremos que parar en mitad del cortafuegos para poder respirar y el resto de la carrera nos iremos arrastrando por no haber adaptado el cuerpo a la exigencia de una ascensión de este tipo. Es así de cierto, lo sé por experiencia.
2) Comenzar viniendo de terreno llano. Aquí podríamos suponer que vamos por una pista por la que se puede correr a un ritmo vivo y, como suele suceder a menudo, la carrera se desvía hacia la montaña, a izquierda o derecha, de forma abrupta. Con la información de la carrera memorizada previamente, ya sabremos dónde se encuentra el desvío e iremos bajando el ritmo unos 500 metros antes, más o menos, para afrontar los primeros y decisivos metros del cortafuegos con el cuerpo lo más preparado posible. Solo basta coger un ritmo de ascensión que nos permita culminar sin contratiempos y continuar nuestra competición.
3) Comenzar viniendo de terreno ascendente pero en el que se puede correr. Ésta sería la forma menos dura de comenzar la subida a un cortafuegos ya que el cuerpo está adaptado a un ritmo de ascensión y comenzar así un cortafuegos solo supone, a nivel cardiopulmonar, un escalón más de esfuerzo. Los músculos de las piernas casi no van a crear ácido láctico y no será un ascenso con las complicaciones de los puntos anteriores. Este tipo de situación es el que más garantías nos ofrece para llegar a la cima conservando las fuerzas.

   Espero haber disipado algunas dudas sobre las carreras de montaña y las particularidades de los cortafuegos y siempre recomiendo informarse lo más posible del perfil al que nos enfrentaremos, buscando fotos de ediciones previas o la ruta en track de gps (muy de moda últimamente) y tratar de memorizarlo lo más detalladamente posible, lo cual nos dará garantías para disfrutar lo máximo en una carrera de montaña y sufrir lo mínimo, que es de lo que se trata.

domingo, 26 de octubre de 2014

Cambio de Hora: ¿Otra Vez?

   Cada año, en dos ocasiones, en Europa y en algunos puntos concretos de América, se cambia del horario de invierno al de verano y viceversa, lo cual comenzó a realizarse después de la crisis del petróleo de 1973 y hoy en día se sigue haciendo. Es curioso señalar que potencias como China o Japón nunca han llevado a cabo estos cambios de hora. Como el motivo principal es el ahorro energético aprovechando la diferencia de horas de sol entre el invierno y el verano (se estima que en España dicho ahorro está entorno al 5%), está claro que en el cinturón del planeta, el ecuador, no tiene sentido realizar un cambio horario porque las horas de sol son casi las mismas en invierno y en verano.
    Pero este cambio de hora nos lleva a reflexionar sobre el dato curioso en Europa que es, como no, España (no la Península Ibérica, solo nuestro país), que está desfasada en una hora con respecto a su estado natural. El horario oficial en España es GMT +1 (horario del meridiano cero +1 hora), es decir, nos encontramos físicamente en el huso horario correspondiente a GMT pero usamos GMT +1. Las Islas Canarias, Portugal y el Reino Unido de Gran Bretaña (Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia) usan el horario “bueno” mientras que España utiliza el horario del resto de Europa, que oficialmente es GMT +1.
¿Por qué? La explicación a este fenómeno se remonta a la Segunda Guerra Mundial y al auge del nazismo en Europa. España vivía tiempos convulsos después de la Guerra Civil y, cuando Hitler invadió Francia, exhortó a que Franco se le uniera en sus conquistas pero el Generalísimo, adelantándose proféticamente a las décadas venideras, pensó que la Alemania nazi no tenía futuro aunque tampoco quería convertirse en un potencial enemigo por lo que en la Segunda Guerra Mundial España se mantuvo, oficialmente neutral, al igual que Suiza. Aún así, para permanecer en este estado de neutralidad, Franco llegó a acuerdos puntuales con el régimen nazi y, uno de ellos, fue que España tuviera el mismo horario que Alemania y, por ende, el mismo horario que Europa, invadida casi en su totalidad por los alemanes, lo que facilitaría el transporte, sobre todo por ferrocarril entre España y el resto de Europa.
   Lo que propone la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles es no cambiar de horario de invierno al de verano y viceversa, sino permanecer en un mismo horario porque existen serias dudas sobre su eficiencia, ya que hace 4 décadas que se implantó y la industria ha cambiado mucho desde entonces. Además, esta comisión señala la necesidad que tiene España de volver al horario GMT, el cual es suyo de forma natural. Como punto de inflexión está Greenpeace que afirma que el ahorro energético sí que se produce pero para intensificarlo propone que dichos cambios de horarios se deberían hacer mucho más a menudo y no solo dos veces al año. Para el ser humano, dicho cambio de hora supone un periodo de adaptación que oscila entre dos y cuatro días.

   Por todo ello, ¿merece la pena cambiar el horario de invierno al de verano y viceversa? Mi respuesta es negativa. Además, ¿debería España volver a GMT, el cual le corresponde de forma natural? Mi respuesta es afirmativa. La Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles lleva varias legislaturas llevando iniciativas al respecto a los diferentes gobiernos de turno y todos ellos han dicho lo mismo: se estudiará la propuesta. Yo, cuando estudiaba, llegaba una fecha en la que tenía que examinarme de lo estudiado pero para el tema de los horarios europeos, cuestión no trivial, parece ser que la fecha de examen siempre se atrasa…

sábado, 25 de octubre de 2014

¿Vergüenza Ajena?

   No me gusta escribir sobre aspectos o situaciones actuales y alguna vez he dado las razones por las que no lo hago pero, hace muy pocos días, vi en televisión una escena que me pareció, cuanto menos, curiosa aunque rayando en lo absurdo y, por supuesto, una escena para sentir vergüenza ajena. Paso a relatarla de forma general para no aburrir en demasía y después realizaré el conveniente y breve comentario.
   Se debatía algo aburrido en el Congreso de los Diputados, ese que nos representa a todos y a todas en democracia y donde, se supone, sus señorías son personas educadas, cultas y con dedicación a la sociedad.    Presidía la presidenta suplente y estaba en la tribuna un parlamentario que reclamaba para la Comunidad Valenciana algún ajuste presupuestario y, ni corto ni perezoso, sacó un pan y lo partió por la mitad escenificando gráficamente su propuesta. Ante esa situación entre hilarante y vergonzosa, la presidenta le recriminó, textualmente, que se ciñera a su discurso y que no "hiciera payasadas". El parlamentario acabó su alocución y volvió a su tribuna. Lo siguiente en la noticia dada en televisión fue que dicho parlamentario, en algún adalid que permite tomar el turno de palabra para dirigirse a la presidencia, le recriminó a la presidenta sus palabras y dijo que se sentía ofendido por haberle llamado “payaso” y que llevaría a cabo las acciones parlamentarias legales pertinentes. Todo quedó en un escrito dirigido al presidente titular al día siguiente relatando la escena.
   Se nota que este parlamentario no sabe lo que es un payaso. Y se nota mucho. Tengo dudas al respecto sobre si la presidenta de turno tiene conocimientos o no sobre lo que es hacer payasadas aunque, sinceramente, reconozco que no aparentaba negatividad en su forma de regañar al parlamentario, simplemente le recriminó algo que parecía absurdo y que no encaja en una reivindicación formal en la tribuna de oradores. No entro a valorar dicha reivindicación, solo la escena en sí.
   Exhorto pues a este parlamentario, y de paso a la presidenta de turno, por si acaso, a que se informen de lo que es ser un payaso y de dónde viene el concepto, para lo cual, podrían leer mi entrada “Pagliacci” (aquí), sin necesidad de buscar en otros sitios de internet.

   Antes de sentirse insultado por una expresión que lo que debería provocar es orgullo, hay que leer, culturizarse y empaparse de conceptos que están ahí pero que, tratando de aparentar, no se obtienen, y menos siendo un parlamentario que representa al pueblo, de ahí lo de sentir vergüenza ajena, al menos por mi parte.

viernes, 17 de octubre de 2014

Carmesí Casi Negro

   Tragedia en ciernes no intuida, acabó derramando el carmesí casi negro. Punzante dolor que nubla la imagen y afloja los miembros pero no presagia un adormecimiento intranquilo ni la vigilia de un despertar pasado. Ojos pesarosos y sentidos apagados cuando acecha un frío incipiente al que no temo.
   Pienso en frases inconexas, en lugares que no visité, en amores nunca correspondidos, en actos de fe y pienso en el carmesí casi negro, cálido en mi piel, húmedo en mis ropas, brillante y opaco a la luz clara de una noche cualquiera.
   La vida que fluye convertida en fluido, la vida que llenaba mi cuerpo y que ahora lentamente lo abandona, sigue su sendero como lava ardiente e imparable vomitada a través de las laderas de las heridas de la tierra, heridas incurables.
   Lo afronto, pues ahora conozco mi destino, destino fiel del hombre. Imágenes de mis recuerdos que afloran con rapidez, incontrolables, apabullantes, me tranquilizan llegada esta hora. Con los ojos cerrados veo el pasado, lo que fue y ya no será, aquello que me hizo feliz y dichoso, veo caras, solo caras que me miran sonriendo, caras que el tiempo se llevó.

   Carmesí casi negro, ya más negro que carmesí, que me acompaña y que enfría todo mi ser, esperando que suceda esa desconocida transición que lleva a un nuevo amanecer.

Copyright Llebrés

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Hasta Cuándo?

   Esencial para la evolución del ser humano es su capacidad de comprender lo que le rodea y obtener, por ende, beneficios. Pero el tiempo, como ente propio, es el gran infravalorado y vilipendiado aunque no siempre ha sido así desde los albores de la humanidad; las pinturas rupestres, las grandes pirámides egipcias, el lenguaje escrito,… fueron creadas conscientemente para durar el máximo tiempo posible sabiendo que ese límite temporal llegaría y sería rebasado por otro estado temporal al que le sucederán otros y otros. Y antes que esas capacidades humanas para atemporizar al máximo su existencia, hubo otros tiempos precedidos de otros anteriores… hasta lo que se conoce como el momento inicial, el Big Bang.
   Mis pensamientos están con la corriente vanguardista científica que afirma que el universo es no finito, temporal y cíclico, es decir, el Big Bang fue consecuencia del colapso de un universo que no era ni anterior ni posterior sino existiendo en un estado paralelo. Cuando digo “no finito” no me refiero a que no tenga un lugar fronterizo físico, hablo a nivel topológico, a nivel de lógica “fuzzy” (difusa). Para aclarar el término lo más sencillamente posible, en topología existen los elementos que están dentro de un conjunto, los que están fuera del conjunto y los que pertenecen a la frontera del conjunto pero también existen conjuntos que tienen elementos que no están en ninguno de esos sitios, son elementos que están en la parte `difusa´ del conjunto. Esta explicación es, metafóricamente hablando en cuanto a sencillez, similar a afirmar que un coche es solo algo con cuatro ruedas.
  Por tanto, el tiempo es el único concepto del universo que no depende de otros conceptos porque, absolutamente todo lo físico que existe depende, en último término, del tiempo. Incluso aspectos no físicos como el movimiento, la gravedad o la distancia dependen del tiempo.
Respecto al hombre, lo único que puede afirmar categóricamente en relación con lo que le rodea, es que sabe que morirá. Todo lo demás de su existencia, a futuros, es relativo. Esto podría dar para escribir libros filosóficos pero solo pretendo estimular las mentes inquietas para que cada uno se plantee estas y otras cuestiones interesantes.
   Cuando el ser humano sea capaz de comprender y asimilar su relación con el concepto “tiempo”, entonces podrá ser inmortal y viajar al futuro y al pasado, con todo lo que ello conlleva, la pregunta clave es, por tanto, si merece la pena entender al tiempo.

   Dicen que el tiempo todo lo cura pero yo afirmo que el tiempo todo lo destruye: los seres vivos, el planeta, las galaxias, los cúmulos de galaxias y el universo entero será devorado por el tiempo y surgirá otro universo al que le sucederá exactamente lo mismo. ¿Hasta cuándo? El ser humano no tiene capacidad para responder a esa pregunta. Así pues, a las preguntas básicas que se plantea el hombre sobre su existencia, que son: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde vamos? (curiosamente ninguna involucra al concepto tiempo), hay que añadir una más, ¿hasta cuándo?.
Nota: esta reflexión se iba a titular "Mañana afirmaré que comeré pan de ayer" pero he preferido crear incertidumbre titulándola con una pregunta para crear más inquietud, aunque "mañana..." también da para pensar un rato.

lunes, 6 de octubre de 2014

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