viernes, 19 de diciembre de 2014

Personas, Números y el Sistema

   ¿De cuántos números se compone una persona físicamente? Tantos litros de sangre, tantos órganos, tantas neuronas, tantas células,… El hombre, como ser vivo, está formado, básicamente, por números que se interrelacionan entre sí en un equilibrio, salvo ciertos márgenes de error, que dan lugar a las irregularidades y las enfermedades propias de cada especie animal o vegetal. Los procesos químicos que tienen lugar para la creación de la vida como seres vivos, se rigen estrictamente por números no aleatorios aunque tampoco constantes, es decir, la vida se basa en números, probabilidades y procesos químicos.
   Pero no voy a tratar esos aspectos biológicos, ya que me interesan más los aspectos espirituales de los números en los seres vivos, si se puede decir así y, más concretamente, en la relación del hombre, los números y el sistema social actual en el que vive.
   El hombre se establece en la sociedad, incluso antes de su nacimiento, por ciertos números que llevará asociados durante toda su vida, números que lo identifican inequívocamente para bien o para mal. El sistema social actual no se compone de personas relacionadas entre sí en complejas sociedades, no, el sistema social son números que neutralizan a las personas de una forma abrumadora y casi maquiavélica. La capacidad del ser humano para poder decidir dentro de ese sistema si desea establecer otro tipo de relación con él es nula. El hombre se identifica ante el sistema y, lo que es peor, ante otros seres de su misma especie, a través de números. Somos simples números, biológicamente y socialmente (ya comenté, en algún momento, la relación del llamado número áureo con la belleza, cuestión nada baladí en los tiempos que corren).
   Intentar cambiar esos números propios supone la salida del sistema de la persona y este hecho no lo permite el propio sistema: no es posible no tener una identificación, como no lo es no tener un número de registro de nacimiento donde consta una fecha de nacimiento con su número de orden del hospital correspondiente y, en la sociedad de la comunicación actual, no tener un número de cuenta en un banco supone no poder optar a un trabajo legalmente, tarjeta de crédito, números de teléfono, claves, la casa en la que uno vive en un número de una calle, matrícula del coche o moto, tarjeta de puntos del supermercado,…
   Cualquier persona puede cambiar alguno de esos números propios y únicos o incluso puede deshacerse de otros tantos pero el sistema se encarga de que la persona no pueda deshacerse o cambiar los números identificativos. No basta con el nombre propio como identificador de una persona dentro de los sistemas sociales, a ese nombre propio se le añaden números y más números y, aún así, a veces se producen errores y algunos tienen consecuencias graves.
   En el caso concreto que sucede cuando una persona muere, los que quedan tardan mucho tiempo y doloroso esfuerzo en eliminar sus números identificativos, así como sus cuentas bancarias, números telefónicos, etc… El propio sistema social no permite que ese fallecimiento sea lo más leve posible para los que quedan. Esos que permanecen han de realizar el duro trabajo que supone deshacer o eliminar los números que equivalen a la persona fallecida. Y se tarda tiempo, no es inmediato.
   Por tanto, el sistema social se compone de números y no de personas. Cualquier acción de una persona dentro del sistema involucra a sus números y solo a ellos sin que el sistema haga ningún esfuerzo por esa persona y, por tanto, el sistema no realiza ningún esfuerzo por las personas que lo componen. Esta es una más de las realidades ocultas que cimentan a la sociedad.
   En consecuencia, no existe el hombre anumérico ni ha existido jamás como ser que puede vivir sin los números y sin identificarse mediante ellos, ni siquiera en los albores de las civilizaciones y sin tener conocimiento abstracto de la definición de número. En esos pretéritos tiempos, el hombre se identificaba inequívocamente como perteneciente a alguna tribu, aldea, clan o familia concretas con un número limitado y siempre sabido de congéneres y no existían seres humanos aislados, únicos, libres y anuméricos, porque no hubieran podido sobrevivir hasta nuestros días.
   Por todo ello, el hombre es un ser social, es decir, numérico, pero lo es porque está obligado por la propia sociedad, por el sistema, así el hombre actual está enjaulado con barrotes formados por números en jaulas individuales y no visibles.

Este es otro tipo de alienación y sometimiento que “ofrece” el sistema social a toda persona inmersa en él..

viernes, 12 de diciembre de 2014

"Platero y Yo" 1914 - 2014

""Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas...
 Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
................ 

Entre los niños, Platero es de juguete. ¡Con qué paciencia sufre sus locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, haciéndose el tonto, para que ellos no se caigan! ¡Cómo los asusta, iniciando, de pronto, un
trote falso!
 ¡Claras tardes del otoño moguereño!. Cuando el aire puro de octubre afila los límpidos sonidos, sube del valle un alborozo idílico de balidos, de rebuznos, de risas de niños, de ladreos y de campanillas...
................

 ¡Platero, amigo! - le dije yo a la tierra -; si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿ me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime, ¿te acuerdas aún 
de mí? 
 Y, cual contestando a mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio... ""

Quien no sienta algo removiéndose dentro de su alma al leer estos párrafos sueltos de este cuento que es obra de arte, es que no tiene corazón.