Estoy en condiciones de afirmar que el infinito no existe.
Mi licencia me permite ser así de tajante. Esa que se encuentra enmarcada en
algún rincón de algún armario de mi casa. Por consiguiente, estoy en
condiciones de afirmar que el frío no existe porque, en cuanto a definiciones,
infinito es idéntico a frío así como finito es idéntico a calor. Es lo que
matemáticamente se llaman conceptos isomorfos, aquellos que son matemáticamente
iguales.
Hay que considerar que nuestro lenguaje (no me refiero al
idioma, sino al lenguaje con el que se definen conceptos para diferenciar entes
entre sí) se estructura definiendo conceptos sustantivos de tres formas
diferentes:
- Una forma sería de manera directa sin involucrar conceptos
sinónimos de lo que se quiere definir.
- Otra forma sería definir lo definido utilizando en la
definición sinónimos del concepto que se quiere definir, lo cual no define con
exactitud el concepto sustantivo porque lo utiliza en la definición como un
sinónimo suyo (un conjunto es una agrupación de cosas… agrupación es un
sinónimo de conjunto).
- Una tercera forma de definir un concepto es definirlo
contradiciendo el concepto antagónico, es decir, la negación de un concepto
sustantivo que se puede definir de manera directa.
La definición del concepto infinito se engloba en este
último tipo de reglas. Infinito se define como aquello que no es finito. De
igual manera, el concepto de frío se define como todo aquello que no da o
expulsa calor. No son definiciones puras, directas, por lo que matemáticamente
no son válidas. El infinito no existe, en la naturaleza física en la que se
encuadra el universo no se ha demostrado que exista algo que sea infinito, es
un invento de los matemáticos para sentirse mejor consigo mismos. Sin entrar en
apabullantes tecnicismos, simplemente decir que el infinito es una consecuencia
del discutido Axioma de Elección (Axiom of Choice) de la Axiomática de
Zermelo-Fraenkel en la que está definida toda la matemática, la lógica y la
física por las que se rige nuestro universo.
Algo más complicado de entender, porque lo podemos palpar, es la no aceptación de la existencia
del frío como concepto. Todo lo que nos gobierna a nivel físico son procesos
exotérmicos, es decir, expulsar calor para producir energía. Esto es una
consecuencia de las leyes de la termodinámica: todo sistema por encima del cero
absoluto (-273.15 K) emite calor. Hay que tener en cuenta que el cero absoluto
nunca se ha alcanzado empíricamente, solo ha sido postulado teóricamente y,
como dato curioso, señalar que sí existe un límite inferior para la temperatura
del universo (el cero absoluto, absolutamente nada puede bajar de esa
temperatura) pero no existe una cota superior. Evidentemente, los aires
acondicionados y las cámaras frigoríficas producen frío a costa de motores
exotérmicos de combustión interna. Sin esos motores no enfrían. En los polos de
la Tierra se producen temperaturas tan bajas por la estructura de geoide del
planeta y la “cantidad” de sol que les llega, no porque `algo´ produzca frío.
Por tanto, el frío como tal no existe, habría que hablar más
bien de ausencia de calor, ¡no os dejéis manipular!