lunes, 25 de abril de 2016

Pasaron 30 Años, y 24000 Más Pasarán



   A las 04:24 GMT se produjo el mayor desastre de la historia de la humanidad que involucra la acción directa del hombre, el accidente (provocado) de la central nuclear de Chernobyl, que se conmemora en estos días. Y digo “provocado” porque, sin la acción deliberada del hombre, el reactor nuclear número 4 de la central era estable y funcionaba con normalidad, al igual que los reactores 1, 2 y 3, que estaban en funcionamiento, y los futuros reactores 5 y 6, todavía en construcción. A esta debacle se sumó el hecho de que la central no tenía algunos de los mecanismos de seguridad impuestos por la seguridad nuclear de la época: los reactores 1 y 2 ni siquiera tenían un edificio de contención (edificio que aisla al propio edificio del reactor) y los reactores 3 y 4 tenían solamente lo que se denomina ‘blindaje biológico’, un material aislante entre el reactor y el exterior.
   Con todos esos ingredientes, pasó lo que tenía que pasar: el reactor tuvo un incremento incontrolado de las reacciones nucleares en cadena y todo saltó por los aires. Como una olla a presión, saltó la tapa del reactor (parte de ella cayó encima del reactor número 3 que estaba con su normal funcionamiento) y dejó al descubierto el mismísimo infierno en la Tierra.
   Esta entrada no pretende dar a conocer un hecho histórico de especial trascendencia, del cual se puede encontrar amplia y variada información en internet, sino rendir un homenaje a los llamados “liquidadores”, aquellas personas que afrontaron el gravísimo problema en primera instancia, limpiando, adecuando, desescombrando y preparando el terreno para construir, a la mayor brevedad posible, lo que se denominó “el sarcófago”, el edificio que envolvió a esa olla descubierta que era el rector número 4, edificio que se desmorona 30 años después de aquel fatídico suceso y para el que se está construyendo un nuevo sarcófago que lo contenga. Aún así, la radiactividad de la zona de seguridad (30 kilómetros alrededor de la central nuclear) tardará unos 24000 años en dejar de ser peligrosa para que el hombre pueda volver a habitarla. Lo he escrito bien, 24 milenios…
   Entre esos liquidadores está el Batallón Especial 731 que fue el primero de los primeros en hacer frente a la denominada muerte invisible: la radiactividad. Existe poca información sobre este grupo de `elegidos´ voluntarios (todos), auténticos héroes que, sin los liquidadores en general y sin los 731 en particular, media Europa estaría deshabitada por niveles elevadísimos de radiactividad y el planeta habría cambiado.
   No obstante, aprovecho para volver a la entrada Energía Nuclear Sí, teniendo en cuenta que, cumpliendo los protocolos de seguridad y eficiencia actuales más estrictos, considero que la energía nuclear es beneficiosa para el ser humano.

sábado, 23 de abril de 2016

Día del Libro: Y la Muerte No Tendrá Señorío

   Conmemorando que el 23 de abril es el "Día del Libro", rescato esta entrada de hace un par de años, allá en el 2014.
Aprovecho para escribir el poema más celebrado de un locuelo jovencito que, a sus 18 primaveras, ya emanaba profundas frases entre noches etílicas, el gran Dylan Thomas:

'Y la Muerte No Tendrá Señorío'

Y la muerte no tendrá señorío.
Desnudos los muertos se habrán confundido
con el hombre del viento y la luna poniente;
cuando sus huesos estén roídos y sean polvo los limpios,
tendrán estrellas a sus codos y a sus pies;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar saldrán de nuevo,
aunque los amantes se pierdan quedará el amor;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
los que yacen tendidos no moriran aterrados;
retorciéndose en el potro cuando los nervios ceden,
amarrados a una rueda, aún no se romperán;
la fe en sus manos se partirá en dos,
y los penetrarán los daños unicornes;
rotos todos los cabos ya no crujirán más;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron ni levanten
ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
las cabezas de los cadaveres martillearan margaritas;
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
y la muerte no tendrá señorío.

domingo, 17 de abril de 2016

¿Un Teorema Fácil?



   La idea básica del resultado que presento en esta entrada es muy simple e intuitiva: estando en el plano habitual euclídeo (puede ser una hoja de papel donde la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta), se trata de transformar un polígono en otro que tenga la misma área y en un número finito de pasos. Por ejemplo, un cuadrado pintado en el papel puede cortarse en trozos de tal manera que, reordenados, obtengamos un triángulo con la misma área. Si extendemos esta idea tan intuitiva y visual a la forma general de los polígonos obtenidos a partir de otros cortados en trozos de forma finita y con simples traslaciones y rotaciones, nombramos este razonamiento como el Teorema de Wallace-Bolyai-Gerwien aunque se le conoce más comúnmente como el Teorema de Bolyai-Gerwein.
   Lo que más me gusta de este teorema es que es totalmente constructivo, es decir, se engloba en la axiomática de Zermelo-Fraenkel sin el uso del Axioma de Elección, un axioma tan potente como polémico que nos disgusta a, por desgracia, pocos matemáticos (una prueba de su uso está en mi famosa entrada de la Solución al Rompecabezas Más Difícil (famosa por el número de visitas que ha recibido en este blog)).
   La pregunta clave es, “¿es realmente un resultado tan fácil y generalizable a cualquier dimensión y cualquier geometría?”, “¿en qué estructuras matemáticas se mantiene su veracidad y en cuáles no?”. Pues bien, este es un problema abierto que, incluso en dos dimensiones, tiene sus excepciones, como el caso de intentar la famosa `Cuadratura del Círculo´ mediante este teorema, es decir, cortando con tijeras en un número finito de pasos un círculo dibujado en un papel e intentar formar un triángulo que tenga la misma área. Para los más atrevidos ya les adelanto que no se puede… en la práctica, en la teoría, sí, aunque el uso y abuso del Axioma de Elección en la demostración teórica, es apabullante, así como la complejidad de utilizar para ello conjuntos que llamamos los matemáticos `no medibles´, es decir, no existe una medida aplicable al conjunto, ya sea ésta de Lebesgue o cualquier otra que podamos definir para dicho conjunto.
   Aunque he esbozado algunos conceptos matemáticos, no entraré en cuestiones más profundas sobre estos resultados porque, como ya he dicho en más de una ocasión en este blog, no pretendo aburrir al lector sino despertar su curiosidad y, más si cabe, sobre cosas que se pueden ver como las figuras dibujadas en un papel y el uso de tijeras, reglas y compás. Con todo y con ello, exhorto al lector a buscar información, si le interesa, sobre la axiomática de Zermelo-Fraenkel (ZF), el axioma de elección, la medida de Lebesgue, etc.
   Plantearle este resultado a cualquier niño de mente despierta es como plantearle el contenido de las entradas Pinta y Colorea o Si Dios Existe Se Llama Pi: puede que se desate la mente de un futuro genio a la vez que descubre cosas curiosas sobre las matemáticas con un simple papel, regla, un lápiz, unas tijeras y un compás, ¡quién sabe!