A las 04:24 GMT se produjo el mayor desastre de la historia
de la humanidad que involucra la acción directa del hombre, el accidente
(provocado) de la central nuclear de Chernobyl, que se conmemora en estos días.
Y digo “provocado” porque, sin la acción deliberada del hombre, el reactor
nuclear número 4 de la central era estable y funcionaba con normalidad, al
igual que los reactores 1, 2 y 3, que estaban en funcionamiento, y los futuros
reactores 5 y 6, todavía en construcción. A esta debacle se sumó el hecho de
que la central no tenía algunos de los mecanismos de seguridad impuestos por la
seguridad nuclear de la época: los reactores 1 y 2 ni siquiera tenían un
edificio de contención (edificio que aisla al propio edificio del reactor) y
los reactores 3 y 4 tenían solamente lo que se denomina ‘blindaje biológico’,
un material aislante entre el reactor y el exterior.
Con todos esos
ingredientes, pasó lo que tenía que pasar: el reactor tuvo un incremento
incontrolado de las reacciones nucleares en cadena y todo saltó por los aires.
Como una olla a presión, saltó la tapa del reactor (parte de ella cayó encima
del reactor número 3 que estaba con su normal funcionamiento) y dejó al
descubierto el mismísimo infierno en la Tierra.
Esta entrada no
pretende dar a conocer un hecho histórico de especial trascendencia, del cual
se puede encontrar amplia y variada información en internet, sino rendir un
homenaje a los llamados “liquidadores”, aquellas personas que afrontaron el gravísimo
problema en primera instancia, limpiando, adecuando, desescombrando y
preparando el terreno para construir, a la mayor brevedad posible, lo que se
denominó “el sarcófago”, el edificio que envolvió a esa olla descubierta que
era el rector número 4, edificio que se desmorona 30 años después de aquel
fatídico suceso y para el que se está construyendo un nuevo sarcófago que lo
contenga. Aún así, la radiactividad de la zona de seguridad (30 kilómetros
alrededor de la central nuclear) tardará unos 24000 años en dejar de ser
peligrosa para que el hombre pueda volver a habitarla. Lo he escrito bien, 24
milenios…
Entre esos
liquidadores está el Batallón Especial 731 que fue el primero de los primeros
en hacer frente a la denominada muerte invisible: la radiactividad. Existe poca
información sobre este grupo de `elegidos´ voluntarios (todos), auténticos héroes
que, sin los liquidadores en general y sin los 731 en particular, media Europa
estaría deshabitada por niveles elevadísimos de radiactividad y el planeta
habría cambiado.
No obstante,
aprovecho para volver a la entrada Energía Nuclear Sí, teniendo en cuenta
que, cumpliendo los protocolos de seguridad y eficiencia actuales más
estrictos, considero que la energía nuclear es beneficiosa para el ser humano.