“Padre nuestro, que estás en los cielos”. La ciencia no
concibe la existencia de un padre único de todos los seres humanos
(biológicamente es imposible) ni que, suponiendo su existencia y unicidad, no
sea real físicamente sino un ente que vive o mora por siempre fuera del planeta
Tierra.
“Santificado sea tu nombre”. Como frase única sin contexto,
es válida si se admira a una persona. Se loa su nombre.
“Venga a nosotros tu reino”. Al igual que la frase anterior,
tiene sentido semánticamente pero da a entender sumisión de un grupo con respecto
a un líder o personaje carismático.
“Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el cielo”.
Nuevamente induce a sumisión y sometimiento de unas reglas o axiomas fijos que definen
el modo de vida de los sumisos. Se trata de poner en práctica en la Tierra el
marco que rige en el cielo, supuestamente aceptada su existencia.
“El pan nuestro de cada día, dánosle hoy”. Induce a pensar
que ese ser denominado ‘padre’ provee el alimento de los sumisos y sometidos y
éstos, se lo reclaman como ha sido hasta ahora durante todos los días
anteriores.
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores”. El perdón se identifica únicamente con los
seres espiritualmente superiores sin ningún rigor científico a la hora de
aplicarlo, simplemente se aplica. Implícitamente subyace en la frase que el ser
humano es un ser superior que ofrece ese perdón a sus demás iguales, lo cual se
contradice a sí mismo y no otorga ningún sentido a la frase aunque
sintácticamente está bien construida.
“Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal”.
Las tentaciones provienen de la axiomática que domina la religión en cuestión y
cada religión posee su axiomática por lo que la tentación no es un sustantivo
abstracto puro, ya que posee distintos significados según el marco en el que se
englobe. Así pues, caer o no caer en la tentación carece de profundidad y de
falta de definición rigurosa del término. Incluso el orador-sumiso se permite
ordenarle o exhortar al supuesto padre que le libre de lo que no está descrito
como ‘el bien’ de la axiomática y que se encargue de velar por sus
súbditos-adoradores. Las reglas lógicas impiden comprender esta frase en la que
al ser superior se le manda proteger el libre albedrío de sus inferiores, es
decir, un subconjunto estricto de un conjunto más grande se equipara con el
conjunto total. No existe tal subconjunto o tal conjunto total.
Sólo una pincelada del choque frontal entre la ciencia y la
lógica y la religión, en este caso, representada por la religión cristiana.