Extracto del libro "Qué Pasó en Alcasser" en el que se detallan las incongruencias y desaciertos de los distintos estamentos profesionales en la resolución del famoso crimen de Alcasser, que conmocionó a toda la sociedad española. El ser humano nunca deja de sorprender, tanto en maldad por los hechos como en tapar intereses ocultos. La verdad plena nunca saldrá a la luz...
"A las 15 horas del
día 28 de enero de 1993, en cumplimiento de orden judicial, se practica la
autopsia al CADÁVER NÚMERO TRES, según se enumeraron en el acto del
levantamiento".
El cadáver se encuentra sobre la
mesa de autopsia, tumbado boca arriba, con las piernas flexionadas y caídas
hacia el lado derecho. Como en los dos anteriores "la cabeza está
separada del cuerpo", algo que se contradice con los testimonios
de todas las personas presentes cuando sacaron el cuerpo de la fosa, incluido
el juez, que afirmaron lo contrario.
También en este caso, como en los
dos anteriores, "junto al cadáver aparece cuero cabelludo
desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar a simple
vista su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio". Los
forenses no le dieron en su informe mayor importancia a este hecho, al fin y al
cabo los tres cuerpos tenían el cuero cabelludo desprendido de la cabeza.
Sin embargo, según los médicos
podía haber cuatro cabelleras:
Cadáver UNO: "El
cuero cabelludo aparece desprendido encontrándose un amasijo de pelos que
corresponde a los cadáveres 1 y 2 en la bolsa del primer cadáver".
Cadáver DOS: "Junto
al cadáver aparece cuero cabelludo desprendido formando un magma en el que
resulta imposible diferenciar su pertenencia a los distintos cuerpos en
estudio".
Cadáver TRES: "Junto
al cadáver aparece cuello cabelludo desprendido formando un magma en el que
resulta imposible diferenciar a simple vista su pertenencia a los distintos
cuerpos en estudio".
Aún así, los forenses no enviaron
a analizar ninguno de los cueros cabelludos ni comprobaron si existía sangre en
los cabellos de las víctimas. También, en este caso, la mandíbula aparecía
separada del resto del cráneo. Continuando con el examen superficial, los
forenses comprobaron que este tercer cadáver, a diferencia de los otros dos, no
tenía los brazos atados por ningún tipo de ligaduras. Sin embargo, la víctima
había sido inmovilizada de otra forma: con la cazadora, ya que la tenía
colocada al revés de lo habitual: la parte delantera estaba abotonada por
detrás y la parte de abajo estaba colocada arriba. Lógicamente, esta posición
de la cazadora impedía que la víctima pudiera sacar los brazos. Antes de
terminar la primera inspección los médicos anotaron en su informe dos detalles
espeluznantes:
"El brazo derecho
aparece desarticulado separado del tronco. Llama la atención la ausencia de la
mano derecha".
El siguiente paso fue detallar
las ropas que vestía el cadáver según se las iban quitando:
- cazadora azul de tela
vaquera marca Levis Strauss, colocada al revés de lo habitual, es decir, la
parte delantera (abotonada) por detrás y la parte inferior colocada arriba.
- camiseta de color
blanco o gris claro con dibujo de una espuela y la inscripción
"Chipi".
- sujetador blanco, que
no presenta cortes o desgarraduras, en su posición habitual.
- pantalón vaquero azul
de marca Chipi.
- una prenda de ropa
interior blanca, que pudiera ser una faja fina o unas bragas. Esta prenda
presenta en su parte anterior una mancha rojiza redondeada de 1 centímetro de
diámetro, que se estima que procede del óxido formado en el botón metálico de
los pantalones.
- unas bragas más
pequeñas, de modelo tanga, de color morado y colocadas por debajo de las
anteriores.
- el cadáver no lleva
calcetines.
- zapatos azules oscuros,
tipo mocasín, con flecos en la parte delantera.
El cadáver llevaba además los
siguientes objetos personales:
- reloj negro marca Casio
Athenea, con esfera dorada, con su correspondiente pulsera metálica elástica.
- cadenita de oro colgada
al cuello, en la que hay engarzados un anillo, una medalla y un colgante en
forma de corazón.
- llavero con varias
llaves que tiene publicidad del Seat Ibiza.
- varias monedas.
- anillo dorado con
inscripción que reza "Miriam".
Los últimos tres objetos
aparecen guardados en uno de los bolsillos del pantalón.
Tras serle retiradas las ropas,
los forenses comprueban que, al igual que en los dos casos anteriores, se trata
del cadáver de una mujer con una estatura de un metro sesenta y cinco
centímetros, aproximadamente. También, en este caso, "la putrefacción
aparece muy avanzada, encontrándose en plena fase colicuativa".
Sin embargo, a diferencia de las
otras dos, en el tercer cadáver "la integridad cutánea es completa
en toda la extensión del cuerpo excepto cráneo y cara", es decir,
no le falta ni un solo trozo de piel, a excepción de la cara que ha
desaparecido completamente.
Sin embargo, los médicos
atribuyen la separación de la cabeza a "la pérdida de partes
blandas ha dado lugar a la desarticulación de las vértebras cervicales".
Una cabeza, que como en los dos casos anteriores "aparece en fases muy
avanzadas de esqueletización", es decir, convertida en una auténtica
calavera, en contradicción con el resto del cuerpo que se conservaba casi
perfectamente. Pero lo que más tuvo que llamar la atención a los seis médicos
en este primer examen externo fue algo impresionante: el cadáver tenía el brazo
derecho separado del cuerpo. Sin embargo, en su informe se limitaron a
reseñarlo sin aclarar el porqué. Quizás el posible arrancamiento o corte de
este brazo hubiera sido lo que obligó a su asesino o asesinos a inmovilizar su
cuerpo con la cazadora puesta al revés y a quitarle las ataduras. Porque sí las
tuvo, tal y como reseñan los forenses:
"Existe en la muñeca
izquierda una lesión del tipo de las erosiones, de unos 2 centímetros de
anchura, con restos hemorrágicos y morfología circular, cuyas características
se corresponden con haber sido producida por algún tipo de ligadura, colocada
con gran presión y que ha producido rozamiento".
¿Porqué le quitaron las ataduras
y a las otras dos víctimas no? Además, los médicos observaron que "en
el antebrazo derecho, existe pérdida de masa cutáneo-muscular desde su tercio
medio hasta al extremidad distal, punto de donde, como ya se ha dicho, se ha
desarticulado el esqueleto óseo de la mano, que no aparece".
Inexplicablemente, a este brazo
suelto le faltaba toda la piel y la carne de la muñeca y de varios centímetros
más hacia arriba, dejando los huesos, limpios, al descubierto. Y no había mano,
había desaparecido. El siguiente paso fue lavar el cadáver y estas fueron las
lesiones que encontraron los seis forenses en el cuerpo y las extremidades:
- gran hematoma situado
en región dorsal izquierda, que llega desde la zona infraescapular hasta el
borde superior de la nalga, con unas dimensiones aproximadas de 35 x 15
centímetros. Presenta una coloración morada no uniforme, con áreas de mayor
intensidad y puntos en los que la infiltración hemorrágica es mucho más
intensa. Las diferencias de intensidad cromática del mismo, y la gran extensión
afectada, hacen pensar que se produjo como consecuencia de la repetición de
golpes con un objeto contundente (de bordes lisos) sobre la zona".
- hematomas
longitudinales, de 12 x 6 centímetros, situados en cara posterior de ambos
muslos.
- hematomas rectangulares
de 7 x 3 centímetros, situados en cara posterior de ambas rodillas.
- hematoma redondeado de
8 centímetros de diámetro a nivel de cara anterior de rodilla izquierda.
- hematoma redondeado de
10 centímetros de diámetro a nivel de cara anterointerna de muslo izquierdo.
- hematoma redondeado de
4 centímetros de diámetro a nivel de región esternal.
- erosión de morfología
circular, de unos 2 centímetros de anchura, que rodea la muñeca izquierda, con
apergaminamiento y componente equimótico.
De todas estas brutales lesiones,
las más inexplicables eran los hematomas rectangulares que estaban situados en
la parte de atrás de ambas rodillas, hematomas que sugerían que la víctima
había tenido las piernas colgadas y apoyadas por debajo de las rodillas sobre
algún objeto de forma rectangular. Sin embargo, los forenses nunca aclararon
qué mecanismo podía haber producido estos hematomas de bordes rectos.
Después examinaron la
cabeza-calavera en la que "aparecen dos orificios. El primero está
situado a nivel de la unión occipito-parietal izquierda. Su forma es
redondeada, siendo sus dimensiones de 1 centímetro de diámetro. Las características
del orificio se corresponden con las de un orificio de entrada de herida por
arma de fuego. El segundo orificio está situado a nivel de la unión
temporoparietal derecha y sus características se corresponden con las de un
orificio de salida."
Los forenses comprobaron que
también a este cadáver le faltaban dientes, y muchos.
"En la mandíbula
superior se registra pérdida de todas las piezas dentarias excepto el segundo
molar derecho y los molares primero y segundo del lado derecho" y en la
inferior "falta el canino izquierdo".
¿Qué había pasado con todos esos
dientes y muelas? Si se desprendieron por efecto de la putrefacción, ¿por qué
no habían aparecido en la fosa?
El examen interno lo comenzaron
con el cráneo, en el cual, una vez abierto, "aparece una masa
homogénea y amorfa, de color grisáceo y consistencia endurecida. El estudio de
la superficie ósea de la base del cráneo y de la cara interna de la base
craneal no permite detectar ningún tipo de lesión a excepción de los dos
orificios ya descritos".
Según los forenses la tercera
víctima no había recibido ni un solo golpe en la cabeza, ni tenía lesión alguna
en ella, salvo los agujeros de los disparos.
Después, procedieron a abrir la
cavidad torácica. Lo primero que comprobaron y así lo hicieron constar era que "no
se observan lesiones a nivel de las costillas ni del esternón".
El siguiente paso fue intentar
estudiar los pulmones pero estaban "convertidos en una masa
putrilaginosa en la que no es posible distinguir ninguna de sus
estructuras".
Sin embargo, sorprendentemente y
sin explicación alguna, "el saco pericárdico (las dos membranas
que envuelven al corazón) está íntegro".
Resultaba imposible entender que
los pulmones hubieran desaparecido por efecto de la putrefacción y el corazón
estuviera perfectamente conservado. Tanto es así que los médicos pudieron
analizarlo sacando estas conclusiones:
"El corazón es de
tamaño normal, sin que se aprecien lesiones patológicas o traumáticas en su
superficie. Las paredes cardíacas se observan de grosor normal. Ambas cavidades
ventriculares aparecen exangües (desangradas)".
Pero ahí no acababan las
sorpresas, porque, según los forenses, "en el fondo de la parte
derecha de la cavidad torácica existe un derrame de líquido de aspecto hemático
con un volumen aproximado de 25 centímetros cúbicos".
Era imposible que pudiera haber
sangre líquida en un cadáver que según los médicos llevaba más de dos meses
enterrado, pero la había y en cantidad como para llenar casi un botellín de
cerveza. Pero, además, no se sabía por qué estaba allí, ya que los forenses no
encontraron ninguna lesión que lo justificase. Sin embargo, los especialistas
no se pararon a analizar este detalle, como muchos otros.
Continuaron examinando el abdomen,
donde también los efectos de la putrefacción habían sido extrañamente
desiguales. El hígado, el bazo y los riñones se habían convertido en una masa
putrilaginosa y eran irreconocibles. Sin embargo, la vesícula biliar, que según
todos los tratados de medicina forense es el primer órgano del cuerpo humano en
desaparecer por la putrefacción, "está aceptablemente
conservada" y la vejiga urinaria "está integra,
apareciendo totalmente vacía".
Lo mismo sucedía con el estómago.
Según los médicos "el estómago está ileso, y no contiene ningún
tipo de material salvo un objeto duro, de un volumen aproximado de 1 centímetro
cúbico".
Era un nuevo detalle
sorprendente. ¿Qué hacía un objeto en el interior del estómago?
Esta tercera autopsia, como las
dos anteriores, finalizó con el estudio de la zona anal y genital y el
resultado fue estremecedor.
"A nivel de vagina,
se encuentran lesiones de tipo contusivo a nivel de las inmediaciones del
orificio vaginal, que aparece fuertemente dilatado. Por otra parte, en el
interior de la cavidad se encuentran cuatro desgarros de forma elíptica, dos a
la izquierda y dos a la derecha, con diámetro mayor de 5 centímetros y menor de
3 centímetros, estando el mayor situado en posición vertical. El conjunto de
lesiones encontradas, sugiere la introducción forzada de un objeto o parte
anatómica. Por otra parte, los bordes de los desgarros descritos son nítidos y
regulares, lo que hace pensar que es bastante más probable que se tratara de un
objeto cuya superficie presentaba ciertas aristas o filos, ya que tratándose la
víctima de una mujer prácticamente adulta, no parecen susceptibles de haber
sido producidos únicamente con la introducción de una parte anatómica, y en
cualquier caso no habrían tenido una morfología tan regular. Finalmente, cabe
destacar el hecho de que los bordes de los desgarros repetidamente citados no
presentan ningún tipo de reacción inflamatoria. Tampoco se observan restos
hemorrágicos. Todo ello sugiere que dichas lesiones fueron producidas después
de la muerte. No se aprecian soluciones de continuidad recientes en los
repliegues membranosos vulvo-vaginales".
"En cuanto al
orificio anal, se encuentra una enorme dilatación, que presenta unas
dimensiones de 6 x 8 centímetros, muy superior a la que cabría esperar como
fenómeno de retracción postmortal. Además, aparecen lesiones de carácter
contusivo tanto en las zonas adyacentes al orificio anal como en zonas de la
mucosa rectal próximas al mismo. Todo ello, hace pensar en la existencia de la
introducción de un objeto o parte anatómica a través de dicho orificio".
Además, a los forenses había algo
que no les cuadraba y así lo hicieron constar: "Existe una falta
de correspondencia entre la espectacularidad de la dilatación del orificio anal
y la escasa magnitud de las lesiones contusivas descritas". No
entendían como las heridas eran tan mínimas para la impresionante dilatación
existente.
La última lesión que los forenses
encontraron fue en la zona que separa los orificios anal y vaginal, donde
existía "una erosión de 5 centímetros que se continúa con el
hematoma descrito a nivel de cara anterointerna de muslo izquierdo".
Su trabajo lo terminaron tomando
una gran cantidad de muestras para enviar al Instituto Nacional de Toxicología,
incluyendo la única mano existente, el cráneo y los órganos genitales.
El punto y final lo pusieron con las
siguientes conclusiones:
1.- Las características
generales del cadáver y las ropas y objetos personales encontrados en el mismo
se corresponden con las de Miriam García.
2.- La muerte ha sido
violenta.
3.- la muerte se produjo
por destrucción de centros vitales encefálicos.
4.- Dicha destrucción se
produjo como consecuencia de una herida por arma de fuego.
5.- Dicha herida tiene
las siguientes características:
- orificio de entrada a
nivel de la unión occipitoparietal izquierda, unos 2 centímetros por encima y 5
centímetros por dentro de la apófisis mastoides. La morfología es redondeada,
con diámetro de 1 centímetro.
- la dirección es de
detrás adelante, de izquierda a derecha y ligeramente ascendente.
- el orificio de salida
está situado a nivel temporoparietal derecho, con dimensiones de 1.1 x 1.2
centímetros.
- no es posible precisar
la distancia desde la que fue efectuado el disparo, con los datos del examen
macroscópico, si bien cabe descartar el disparo a bocajarro (el que se realiza
con la boca del arma en contacto con la piel).
6.- En el cadáver
aparecen múltiples lesiones de tipo contusivo que presentan claros signos de
reacción vital.
7.- En el cadáver
aparecen signos de agresión sexual a nivel vaginal, con lesiones externas y,
sobre todo, internas, que indican la introducción de un objeto provisto de
filos o aristas en la cavidad vaginal, muy probablemente después de la muerte.
8.- La muy pronunciada
dilatación anal, junto con la presencia de alteraciones perianales y en la
mucosa rectal, serían compatibles con la existencia de agresión sexual a este
nivel.
9.- Los datos obtenidos
del estudio de la evolución de los fenómenos cadavéricos, hacen compatible el
establecimiento de una data de la muerte de al menos dos meses.
Siendo cuanto tienen que
manifestar.