jueves, 29 de marzo de 2018

Enseñanza de las Matemáticas: Generación Perdida


   La enseñanza de las matemáticas nunca es fácil porque requiere cierta capacidad de abstracción incluso desde edades tempranas. Como es natural, conforme avanzan los cursos desde primaria, la dificultad aumenta y esas matemáticas primigenias se van dividiendo en diferentes ramas, cada una con sus diferentes grados de abstracción pero siempre englobadas en la asignatura “matemáticas”: aritmética, álgebra, geometría, cálculo matricial, estadística, probabilidad,…
   Mi experiencia me permite hablar de esos diferentes grados desde primaria hasta enseñanza universitaria pudiendo desglosar la capacidad de un mismo alumno o alumna durante diferentes años de enseñanza de la materia y localizando sus capacidades de abstracción de esas diferentes áreas de las matemáticas.
   Desde hace unos años, he notado que cierta generación que ahora transita entre los 12 y los 15 años de edad, es una generación perdida en cuanto a su capacidad de análisis, desde mi punto de vista. Cabe señalar que la capacidad de una persona de comprender razonamientos abstractos como son las matemáticas, no solo le sirve para ese mundo virtual de números, si no que es esencial para su desarrollo, su asentamiento y su buena comprensión del complejo engranaje de la sociedad actual.
   Durante este año lectivo, dicha generación es sobrepasada tanto por sus predecesores como por sus sucesores, es decir, están mucho mejor preparados y adaptados los alumnos y alumnas de 16 a 18 años de edad y los de 9 a 12 años. Y este dato es curioso porque no es una impresión personal, es un dato objetivo, al menos en la provincia de Almería. Además, al no ser generaciones dispares en cuanto a comparaciones (son generaciones seguidas las unas de las otras), han tenido y tienen los mismos profesores y educadores en los colegios y en los institutos por lo que la variable ‘distintos profesores` no cabe en esta ecuación.
   Me resulta relativamente fácil comprender lo que desmotiva a la generación 9-12 años en cuanto a la enseñanza de las matemáticas y solventar ese problema, me resulta tremendamente fácil hacer que la generación 16-18 años consigan notas altísimas, pero me resulta aberrantemente complicado conseguir que la generación problemática, la intermedia de las otras dos, siquiera abran el libro, no digamos ya cualquier esfuerzo intelectual. Y no exagero. Incluso he intentado diferentes estrategias; desde hablar con sus profesores de instituto (me comentan lo que ya veo por mí mismo y expongo en esta entrada), prepararles exámenes personalizados, tratar de comprender sus (absurdas) desmotivaciones, fomentar el trabajo en equipo, premiar (verbalmente) los logros,… y, aún así, con todo ese esfuerzo por mi parte, consiguen todos y todas decantarse por rondar el 5 de nota, tanto por arriba como por abajo. Demasiado esfuerzo para tan poca nota.
   No entiendo lo que le ocurre a esta generación y solo a ésta de este año: lo tienen todo y esto les provoca un bloqueo a todos los niveles, mentales y orgánicos. Siempre cansados, aburridos de lo que les ofrece la vida y constantemente planteándose y planteando la temida pregunta: “y esto, ¿para qué sirve?” Y mi respuesta siempre es la misma y creo que es la más acertada: si por ti mismo no ves para qué sirven las matemáticas, simplemente hazte a la idea que tienes que aprobarlas, es tu obligación”. Hay que bajar hasta ese nivel de razonamiento para hacerles ver que es tan necesario superar las matemáticas como superar filosofía o inglés y no se dan cuenta que sin las matemáticas no existirían los móviles caros de última generación que manejan, o las redes sociales, por ejemplo.
   Como dato anecdótico, tengo algunos alumnos de esta generación ‘rara’ que no saben sumar, ni quieren saber, y que alumnos de 10 años leen mejor y comprenden más profundamente lo que es el mundo real al que se enfrentarán dentro de unos años. Espero que solo sean eso, anécdotas de un profesor de vocación.
   No creo que sea la excusa de la adolescencia porque todos hemos pasado por ello y, sí, hay revolución y crítica pero sabiendo lo que hay que hacer y en el contexto que se afronta. Quizás, dentro de unos años, pueda escribir una entrada comentando el descubrimiento de lo que lleva a esta generación adolescente actual a estar tan fuera del mundo, me niego a que sea una generación perdida.