La enseñanza de las
matemáticas nunca es fácil porque requiere cierta capacidad de abstracción
incluso desde edades tempranas. Como es natural, conforme avanzan los cursos
desde primaria, la dificultad aumenta y esas matemáticas primigenias se van
dividiendo en diferentes ramas, cada una con sus diferentes grados de abstracción
pero siempre englobadas en la asignatura “matemáticas”: aritmética, álgebra, geometría,
cálculo matricial, estadística, probabilidad,…
Mi experiencia me
permite hablar de esos diferentes grados desde primaria hasta enseñanza
universitaria pudiendo desglosar la capacidad de un mismo alumno o alumna
durante diferentes años de enseñanza de la materia y localizando sus
capacidades de abstracción de esas diferentes áreas de las matemáticas.
Desde hace unos
años, he notado que cierta generación que ahora transita entre los 12 y los 15
años de edad, es una generación perdida en cuanto a su capacidad de análisis,
desde mi punto de vista. Cabe señalar que la capacidad de una persona de
comprender razonamientos abstractos como son las matemáticas, no solo le sirve
para ese mundo virtual de números, si no que es esencial para su desarrollo, su
asentamiento y su buena comprensión del complejo engranaje de la sociedad
actual.
Durante este año
lectivo, dicha generación es sobrepasada tanto por sus predecesores como por
sus sucesores, es decir, están mucho mejor preparados y adaptados los alumnos y
alumnas de 16 a 18 años de edad y los de 9 a 12 años. Y este dato es curioso porque
no es una impresión personal, es un dato objetivo, al menos en la provincia de
Almería. Además, al no ser generaciones dispares en cuanto a comparaciones (son
generaciones seguidas las unas de las otras), han tenido y tienen los mismos
profesores y educadores en los colegios y en los institutos por lo que la
variable ‘distintos profesores` no cabe en esta ecuación.
Me resulta
relativamente fácil comprender lo que desmotiva a la generación 9-12 años en
cuanto a la enseñanza de las matemáticas y solventar ese problema, me resulta
tremendamente fácil hacer que la generación 16-18 años consigan notas
altísimas, pero me resulta aberrantemente complicado conseguir que la
generación problemática, la intermedia de las otras dos, siquiera abran el
libro, no digamos ya cualquier esfuerzo intelectual. Y no exagero. Incluso he intentado diferentes estrategias; desde hablar con sus
profesores de instituto (me comentan lo que ya veo por mí mismo y expongo en
esta entrada), prepararles exámenes personalizados, tratar de comprender sus
(absurdas) desmotivaciones, fomentar el trabajo en equipo, premiar
(verbalmente) los logros,… y, aún así, con todo ese esfuerzo por mi parte, consiguen todos y todas decantarse por
rondar el 5 de nota, tanto por arriba como por abajo. Demasiado esfuerzo para tan poca nota.
No entiendo lo que
le ocurre a esta generación y solo a ésta de este año: lo tienen todo y esto les provoca un bloqueo a
todos los niveles, mentales y orgánicos. Siempre cansados, aburridos de lo que les ofrece
la vida y constantemente planteándose y planteando la temida pregunta: “y esto,
¿para qué sirve?” Y mi respuesta siempre es la misma y creo que es la más
acertada: si por ti mismo no ves para qué sirven las matemáticas, simplemente
hazte a la idea que tienes que aprobarlas, es tu obligación”. Hay que bajar hasta ese nivel de
razonamiento para hacerles ver que es tan necesario superar las matemáticas
como superar filosofía o inglés y no se dan cuenta que sin las matemáticas no
existirían los móviles caros de última generación que manejan, o las redes sociales, por ejemplo.
Como dato
anecdótico, tengo algunos alumnos de esta generación ‘rara’ que no saben sumar,
ni quieren saber, y que alumnos de 10 años leen mejor y comprenden más
profundamente lo que es el mundo real al que se enfrentarán dentro de unos
años. Espero que solo sean eso, anécdotas de un profesor de vocación.
No creo que sea la
excusa de la adolescencia porque todos hemos pasado por ello y, sí, hay
revolución y crítica pero sabiendo lo que hay que hacer y en el contexto que se
afronta. Quizás, dentro de unos años, pueda escribir una entrada comentando el
descubrimiento de lo que lleva a esta generación adolescente actual a estar tan
fuera del mundo, me niego a que sea una generación perdida.