Deliciosamente explícito.
"... El hacha le alcanza, en mitad de la frase, en plena cara y su ancha hoja le raja de un modo sesgado la boca, haciéndole callar. Los ojos de Paul me miran, luego se le ponen en blanco involuntariamente, luego me vuelve a mirar y, de repente, trata de agarrar el mango con las manos pero la sorpresa del hachazo le ha dejado sin fuerza. Al principio, no sale la sangre ni se oye nada a no ser los periódicos debajo de los pies de Paul, que patalean, se arrastran, los desgarran. La sangre empieza a salirle poco a poco por ambos lados de la boca, poco después del primer hachazo pero, cuando retiro el hacha (casi arrastrando a Owen fuera de la silla al tirarle de la cabeza) y vuelvo a golpearle en la cara partiéndosela en dos, sus brazos tratan de agarrarse al vacío y la sangre brota en dos géiseres parduscos, manchándome el impermeable. De hecho, esto viene acompañado de un sonido horrible, como un siseo súbito que procede de las heridas del cráneo de Paul, de sitios donde el hueso y la carne ya no están unidos y, a esto, sigue un desagradable sonido como de pedo originado por una parte de su cerebro que, debido a la presión, asoma, rosado y brillante, por las heridas de la cara. Cae al suelo agonizando con la cara grisácea y llena de sangre, si se exceptúa uno de sus ojos que parpadea incontrolable; su boca es una masa retorcida roja y rosa de dientes y carne y mandíbula, la lengua le cuelga por una herida abierta a un lado de la cara, unida solamente por lo que parece una espesa cuerda morada. Le lleva cinco minutos morirse del todo y otros treinta dejar de sangrar..."