Adalides,
almocatenes, almogávares,… nadie reconoce estos términos pero, antaño, fueron
los que desterraron de Al-Andalus a los que ahora quieren recuperarlo usando
las mismas tácticas de hace 8 siglos.
Fue una de las
mejores infanterías de todas las que han existido en la historia de la
humanidad. Guerrilleros implacables que hacían palidecer a los soldados
moriscos con el grito ¡desperta ferro! Eran los hostigadores de primera fila,
la vanguardia, y se destacaron en las batallas en el reino de Granada y también,
como ahora, cortaban cabezas, saqueaban, violaban, robaban, esclavizaban,
secuestraban y asesinaban con el beneplácito de su religión, y en el caso de
los almogávares, el beneplácito de la cristiandad. Combatían espada con espada,
lanza con lanza, con guerra de guerrillas y realizando incursiones con
comandos, algo tan habitual en los conflictos modernos, y su arrojo era
inigualable.
El soldado actual
solo hace acto de presencia en contadas ocasiones, a pesar de que los medios de
des-información nos quieren hacer entender que el planeta vive en un estado
permanente de guerras y conflictos, lo cual es una enorme mentira y mezquindad.
La actualidad militar está invadida por la presencia de la más avanzada
tecnología desde finales de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la
Guerra Fría que no solo afectó a Europa sino a todo el globo. Y ese espionaje e
información que ofrece la tecnología actual tiene su origen en la contención
del islamismo en la península ibérica y los pioneros en la vanguardia de esas
tácticas fueron los almogávares.
Ya comenté en una
ocasión que los conflictos actuales no son “nobles” en el sentido de una
declaración formal de guerra porque el mundo se encuentra hoy en día, bien
definido en cuanto a estados soberanos y fronteras (desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial) salvo casos aislados como Palestina, el Sahara, el Tibet y los dormidos
pero latentes conflictos en Asia meridional (Abjasa, Chechenia,
Nagorno-Karabaj,…), conflictos todavía remanentes de la WWII y de la extinción
de la URSS.
La riqueza cultural
que proporciona cada religión es inmensa y debería ser inquebrantable. Las
diferentes culturas son lo que enriquecen a la humanidad y hacen que avance
hacia un futuro mejor. Deberían regresar los rudos almogávares y gritar de
nuevo ¡desperta ferro!, para hacer temblar los cimientos del ser humano y no
permitir que unos les impongan a otros sus creencias, sean las que sean, ni con
el uso de la fuerza ni sin el uso de ella.
En la genial e
infravalorada película “The Double Man” basada en la novela “Legacy of the
Spy”, le decía el malo a Dan Slater la lapidaria frase: `yo soy tú´. Esta frase
contiene toda la esencia del hombre y las capacidades que se le atribuyen
respecto a un ser social, racional y un ser que comparte. Pero la complejidad y
velocidad de las sociedades avanzadas actuales alienan a ese ser social y no lo
dejan opinar por sí mismo ni tener espíritu crítico ni con lo que le rodea ni
consigo mismo. Hoy en día es más fácil ser oveja que pastor y todos conocemos a
más ovejas que pastores porque los pastores sociales actuales no se muestran
porque el simple hecho de mostrarse en público los atormenta.
El hombre ya no
sabe vivir en el campo y los trabajos que sustentaban a la humanidad hasta hace
pocas décadas (labrar, recolectar, pastorear rebaños…) se están perdiendo en
pos de los avances tecnológicos que nos apartan de la racionalidad y producen
aislamiento. Todo es moda y todo es caduco.
Por eso, tomo como
mío el lema de los almogávares y reclamo a la sociedad más libertad para no
acabar como el triste y melancólico protagonista del apabullante libro de
Orwell “1984” y esperar que nuestra sociedad actual no se convierta en la
sociedad podrida y maniatada que es el marco de esa inquietante narración.
¡Desperta ferro!, para luchar contra lo que nos produce daño y optar a no ser
oveja. Hoy, así me siento.