lunes, 28 de abril de 2014

Death Is the Mother of Beauty

   Esta afirmación tan contundente puede dejar a más de uno/una con la boca abierta. Curiosamente, es un verso de una poesía. Efectivamente. Aparece en la poesía “Sunday Morning” (Mañana de Domingo) de Wallace Stevens, y pongo, a continuación, una parte de ésta (es extensa aunque muy bonita en su conjunto, exhorto al lector a leerla completa en original y traducida en este sitio):

V
She says, ‘But in contentment I still feel
The need of some imperishable bliss.’
Death is the mother of beauty; hence from her,
Alone, shall come fulfillment to our dreams

VI
And pick the strings of our insipid lutes!
Death is the mother of beauty, mystical,
Within whose burning bosom we devise
Our earthly mothers waiting, sleeplessly.

   Me interesa el tercer verso del párrafo V, que dice: “La muerte es la madre de la belleza, por tanto solo de ella”.
   Se podría hablar mucho sobre el significado de esta frase por sí sola o en el contexto de todo el poema, bastante oscuro y misterioso.
   Las preguntas clave son: ¿la belleza (física, evidentemente) permanece con la muerte?, en caso afirmativo, ¿qué es la belleza? Está claro que en el concepto de belleza, la belleza que se ve, está implícito el concepto de proporción en cuanto a formas y tamaños. Y ahí entra en juego de forma vital el número áureo.
Entonces llegamos a lo que quería plantear: MUERTE, BELLEZA y MATEMÁTICAS están íntimamente relacionadas. Como poco es curioso, ¿verdad?
   El número áureo o número de oro o también llamado `la divina proporción´, se llama Phi, se encuentra en la naturaleza en una abundancia asombrosa (otro buen candidato a ser Dios, duro rival de Pi). No voy a entrar en relatar las propiedades de este interesante número, se encuentran aquí, pero sí voy a destacar que se encuentra en el cuerpo humano en multitud de sitios: proporciones entre la longitud del brazo y del antebrazo, el ancho y el largo de la cara, las falanges de los dedos, la distancia entre el ombligo y las manos cuando el cuerpo está en cruz (hombre de Vitruvio), etc.
Por cierto, el hombre de Vitruvio es un simple dibujo de un tal Leonardo Da Vinci. Ahí queda eso.
   El número áureo se usaba para identificar la belleza pura en el ser humano, la belleza griega de las esculturas, las pinturas y la arquitectura.
   Así pues, y ciñéndonos al concepto de belleza humana, es realmente posible que dicha belleza permanezca después incluso de la muerte porque las proporciones del cuerpo humano están delimitadas por su anatomía esquelética y el esqueleto permanece impasible tras la defunción.
   Con todo ello, no iba mal encaminado el señor Stevens al afirmar que la muerte es la madre de la belleza y solo de ella por lo que los conceptos de muerte, belleza y matemáticas no son tan lejanos como aparentan.
Contestada la primera pregunta anterior, vamos con la segunda, ¿qué es la belleza? Nos encontramos entonces que la belleza física ha de contener muchas proporciones áureas, es decir, las proporciones del ser humano se deben aproximar lo más posible al número áureo en cada una de ellas, solo así alcanzaremos la belleza pura. Entonces cabe plantearse rizar más el rizo: ¿permanece ese concepto de belleza en la actualidad o se está perdiendo? Una vez más exhorto al lector a bucear en la web para que lo compruebe. Una pista: la respuesta va más encaminada a la segunda parte de la pregunta…

   
   Moraleja: no te fíes de las apariencias de lo que te rodea (bueno, aquí también se podría explicar un poco el significado de la ecuación de Schrödinger, quizás otro día), investiga para comprender realmente el mundo.