viernes, 31 de marzo de 2017

Crimen de Alcasser: La Mente Humana Al Servicio Del Horror



   Extracto del libro "Qué Pasó en Alcasser" en el que se detallan las incongruencias y desaciertos de los distintos estamentos profesionales en la resolución del famoso crimen de Alcasser, que conmocionó a toda la sociedad española. El ser humano nunca deja de sorprender, tanto en maldad por los hechos como en tapar intereses ocultos. La verdad plena nunca saldrá a la luz...

"A las 15 horas del día 28 de enero de 1993, en cumplimiento de orden judicial, se practica la autopsia al CADÁVER NÚMERO TRES, según se enumeraron en el acto del levantamiento".

El cadáver se encuentra sobre la mesa de autopsia, tumbado boca arriba, con las piernas flexionadas y caídas hacia el lado derecho. Como en los dos anteriores "la cabeza está separada del cuerpo", algo que se contradice con los testimonios de todas las personas presentes cuando sacaron el cuerpo de la fosa, incluido el juez, que afirmaron lo contrario.
También en este caso, como en los dos anteriores, "junto al cadáver aparece cuero cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar a simple vista su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio". Los forenses no le dieron en su informe mayor importancia a este hecho, al fin y al cabo los tres cuerpos tenían el cuero cabelludo desprendido de la cabeza.
Sin embargo, según los médicos podía haber cuatro cabelleras:

Cadáver UNO: "El cuero cabelludo aparece desprendido encontrándose un amasijo de pelos que corresponde a los cadáveres 1 y 2 en la bolsa del primer cadáver".
Cadáver DOS: "Junto al cadáver aparece cuero cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio".
Cadáver TRES: "Junto al cadáver aparece cuello cabelludo desprendido formando un magma en el que resulta imposible diferenciar a simple vista su pertenencia a los distintos cuerpos en estudio".

Aún así, los forenses no enviaron a analizar ninguno de los cueros cabelludos ni comprobaron si existía sangre en los cabellos de las víctimas. También, en este caso, la mandíbula aparecía separada del resto del cráneo. Continuando con el examen superficial, los forenses comprobaron que este tercer cadáver, a diferencia de los otros dos, no tenía los brazos atados por ningún tipo de ligaduras. Sin embargo, la víctima había sido inmovilizada de otra forma: con la cazadora, ya que la tenía colocada al revés de lo habitual: la parte delantera estaba abotonada por detrás y la parte de abajo estaba colocada arriba. Lógicamente, esta posición de la cazadora impedía que la víctima pudiera sacar los brazos. Antes de terminar la primera inspección los médicos anotaron en su informe dos detalles espeluznantes:

"El brazo derecho aparece desarticulado separado del tronco. Llama la atención la ausencia de la mano derecha".

El siguiente paso fue detallar las ropas que vestía el cadáver según se las iban quitando:

- cazadora azul de tela vaquera marca Levis Strauss, colocada al revés de lo habitual, es decir, la parte delantera (abotonada) por detrás y la parte inferior colocada arriba.
- camiseta de color blanco o gris claro con dibujo de una espuela y la inscripción "Chipi".
- sujetador blanco, que no presenta cortes o desgarraduras, en su posición habitual.
- pantalón vaquero azul de marca Chipi.
- una prenda de ropa interior blanca, que pudiera ser una faja fina o unas bragas. Esta prenda presenta en su parte anterior una mancha rojiza redondeada de 1 centímetro de diámetro, que se estima que procede del óxido formado en el botón metálico de los pantalones.
- unas bragas más pequeñas, de modelo tanga, de color morado y colocadas por debajo de las anteriores.
- el cadáver no lleva calcetines.
- zapatos azules oscuros, tipo mocasín, con flecos en la parte delantera.

El cadáver llevaba además los siguientes objetos personales:

- reloj negro marca Casio Athenea, con esfera dorada, con su correspondiente pulsera metálica elástica.
- cadenita de oro colgada al cuello, en la que hay engarzados un anillo, una medalla y un colgante en forma de corazón.
- llavero con varias llaves que tiene publicidad del Seat Ibiza.
- varias monedas.
- anillo dorado con inscripción que reza "Miriam".
Los últimos tres objetos aparecen guardados en uno de los bolsillos del pantalón.

Tras serle retiradas las ropas, los forenses comprueban que, al igual que en los dos casos anteriores, se trata del cadáver de una mujer con una estatura de un metro sesenta y cinco centímetros, aproximadamente. También, en este caso, "la putrefacción aparece muy avanzada, encontrándose en plena fase colicuativa".
Sin embargo, a diferencia de las otras dos, en el tercer cadáver "la integridad cutánea es completa en toda la extensión del cuerpo excepto cráneo y cara", es decir, no le falta ni un solo trozo de piel, a excepción de la cara que ha desaparecido completamente.
Sin embargo, los médicos atribuyen la separación de la cabeza a "la pérdida de partes blandas ha dado lugar a la desarticulación de las vértebras cervicales". Una cabeza, que como en los dos casos anteriores "aparece en fases muy avanzadas de esqueletización", es decir, convertida en una auténtica calavera, en contradicción con el resto del cuerpo que se conservaba casi perfectamente. Pero lo que más tuvo que llamar la atención a los seis médicos en este primer examen externo fue algo impresionante: el cadáver tenía el brazo derecho separado del cuerpo. Sin embargo, en su informe se limitaron a reseñarlo sin aclarar el porqué. Quizás el posible arrancamiento o corte de este brazo hubiera sido lo que obligó a su asesino o asesinos a inmovilizar su cuerpo con la cazadora puesta al revés y a quitarle las ataduras. Porque sí las tuvo, tal y como reseñan los forenses:

"Existe en la muñeca izquierda una lesión del tipo de las erosiones, de unos 2 centímetros de anchura, con restos hemorrágicos y morfología circular, cuyas características se corresponden con haber sido producida por algún tipo de ligadura, colocada con gran presión y que ha producido rozamiento".

¿Porqué le quitaron las ataduras y a las otras dos víctimas no? Además, los médicos observaron que "en el antebrazo derecho, existe pérdida de masa cutáneo-muscular desde su tercio medio hasta al extremidad distal, punto de donde, como ya se ha dicho, se ha desarticulado el esqueleto óseo de la mano, que no aparece".

Inexplicablemente, a este brazo suelto le faltaba toda la piel y la carne de la muñeca y de varios centímetros más hacia arriba, dejando los huesos, limpios, al descubierto. Y no había mano, había desaparecido. El siguiente paso fue lavar el cadáver y estas fueron las lesiones que encontraron los seis forenses en el cuerpo y las extremidades:

- gran hematoma situado en región dorsal izquierda, que llega desde la zona infraescapular hasta el borde superior de la nalga, con unas dimensiones aproximadas de 35 x 15 centímetros. Presenta una coloración morada no uniforme, con áreas de mayor intensidad y puntos en los que la infiltración hemorrágica es mucho más intensa. Las diferencias de intensidad cromática del mismo, y la gran extensión afectada, hacen pensar que se produjo como consecuencia de la repetición de golpes con un objeto contundente (de bordes lisos) sobre la zona".
- hematomas longitudinales, de 12 x 6 centímetros, situados en cara posterior de ambos muslos.
- hematomas rectangulares de 7 x 3 centímetros, situados en cara posterior de ambas rodillas.
- hematoma redondeado de 8 centímetros de diámetro a nivel de cara anterior de rodilla izquierda.
- hematoma redondeado de 10 centímetros de diámetro a nivel de cara anterointerna de muslo izquierdo.
- hematoma redondeado de 4 centímetros de diámetro a nivel de región esternal.
- erosión de morfología circular, de unos 2 centímetros de anchura, que rodea la muñeca izquierda, con apergaminamiento y componente equimótico.

De todas estas brutales lesiones, las más inexplicables eran los hematomas rectangulares que estaban situados en la parte de atrás de ambas rodillas, hematomas que sugerían que la víctima había tenido las piernas colgadas y apoyadas por debajo de las rodillas sobre algún objeto de forma rectangular. Sin embargo, los forenses nunca aclararon qué mecanismo podía haber producido estos hematomas de bordes rectos.

Después examinaron la cabeza-calavera en la que "aparecen dos orificios. El primero está situado a nivel de la unión occipito-parietal izquierda. Su forma es redondeada, siendo sus dimensiones de 1 centímetro de diámetro. Las características del orificio se corresponden con las de un orificio de entrada de herida por arma de fuego. El segundo orificio está situado a nivel de la unión temporoparietal derecha y sus características se corresponden con las de un orificio de salida."
Los forenses comprobaron que también a este cadáver le faltaban dientes, y muchos.
"En la mandíbula superior se registra pérdida de todas las piezas dentarias excepto el segundo molar derecho y los molares primero y segundo del lado derecho" y en la inferior "falta el canino izquierdo".
¿Qué había pasado con todos esos dientes y muelas? Si se desprendieron por efecto de la putrefacción, ¿por qué no habían aparecido en la fosa?

El examen interno lo comenzaron con el cráneo, en el cual, una vez abierto, "aparece una masa homogénea y amorfa, de color grisáceo y consistencia endurecida. El estudio de la superficie ósea de la base del cráneo y de la cara interna de la base craneal no permite detectar ningún tipo de lesión a excepción de los dos orificios ya descritos".

Según los forenses la tercera víctima no había recibido ni un solo golpe en la cabeza, ni tenía lesión alguna en ella, salvo los agujeros de los disparos.
Después, procedieron a abrir la cavidad torácica. Lo primero que comprobaron y así lo hicieron constar era que "no se observan lesiones a nivel de las costillas ni del esternón".
El siguiente paso fue intentar estudiar los pulmones pero estaban "convertidos en una masa putrilaginosa en la que no es posible distinguir ninguna de sus estructuras".
Sin embargo, sorprendentemente y sin explicación alguna, "el saco pericárdico (las dos membranas que envuelven al corazón) está íntegro".
Resultaba imposible entender que los pulmones hubieran desaparecido por efecto de la putrefacción y el corazón estuviera perfectamente conservado. Tanto es así que los médicos pudieron analizarlo sacando estas conclusiones:

"El corazón es de tamaño normal, sin que se aprecien lesiones patológicas o traumáticas en su superficie. Las paredes cardíacas se observan de grosor normal. Ambas cavidades ventriculares aparecen exangües (desangradas)".

Pero ahí no acababan las sorpresas, porque, según los forenses, "en el fondo de la parte derecha de la cavidad torácica existe un derrame de líquido de aspecto hemático con un volumen aproximado de 25 centímetros cúbicos".

Era imposible que pudiera haber sangre líquida en un cadáver que según los médicos llevaba más de dos meses enterrado, pero la había y en cantidad como para llenar casi un botellín de cerveza. Pero, además, no se sabía por qué estaba allí, ya que los forenses no encontraron ninguna lesión que lo justificase. Sin embargo, los especialistas no se pararon a analizar este detalle, como muchos otros.
Continuaron examinando el abdomen, donde también los efectos de la putrefacción habían sido extrañamente desiguales. El hígado, el bazo y los riñones se habían convertido en una masa putrilaginosa y eran irreconocibles. Sin embargo, la vesícula biliar, que según todos los tratados de medicina forense es el primer órgano del cuerpo humano en desaparecer por la putrefacción, "está aceptablemente conservada" y la vejiga urinaria "está integra, apareciendo totalmente vacía".
Lo mismo sucedía con el estómago. Según los médicos "el estómago está ileso, y no contiene ningún tipo de material salvo un objeto duro, de un volumen aproximado de 1 centímetro cúbico".
Era un nuevo detalle sorprendente. ¿Qué hacía un objeto en el interior del estómago?

Esta tercera autopsia, como las dos anteriores, finalizó con el estudio de la zona anal y genital y el resultado fue estremecedor.

"A nivel de vagina, se encuentran lesiones de tipo contusivo a nivel de las inmediaciones del orificio vaginal, que aparece fuertemente dilatado. Por otra parte, en el interior de la cavidad se encuentran cuatro desgarros de forma elíptica, dos a la izquierda y dos a la derecha, con diámetro mayor de 5 centímetros y menor de 3 centímetros, estando el mayor situado en posición vertical. El conjunto de lesiones encontradas, sugiere la introducción forzada de un objeto o parte anatómica. Por otra parte, los bordes de los desgarros descritos son nítidos y regulares, lo que hace pensar que es bastante más probable que se tratara de un objeto cuya superficie presentaba ciertas aristas o filos, ya que tratándose la víctima de una mujer prácticamente adulta, no parecen susceptibles de haber sido producidos únicamente con la introducción de una parte anatómica, y en cualquier caso no habrían tenido una morfología tan regular. Finalmente, cabe destacar el hecho de que los bordes de los desgarros repetidamente citados no presentan ningún tipo de reacción inflamatoria. Tampoco se observan restos hemorrágicos. Todo ello sugiere que dichas lesiones fueron producidas después de la muerte. No se aprecian soluciones de continuidad recientes en los repliegues membranosos vulvo-vaginales".
"En cuanto al orificio anal, se encuentra una enorme dilatación, que presenta unas dimensiones de 6 x 8 centímetros, muy superior a la que cabría esperar como fenómeno de retracción postmortal. Además, aparecen lesiones de carácter contusivo tanto en las zonas adyacentes al orificio anal como en zonas de la mucosa rectal próximas al mismo. Todo ello, hace pensar en la existencia de la introducción de un objeto o parte anatómica a través de dicho orificio".

Además, a los forenses había algo que no les cuadraba y así lo hicieron constar: "Existe una falta de correspondencia entre la espectacularidad de la dilatación del orificio anal y la escasa magnitud de las lesiones contusivas descritas". No entendían como las heridas eran tan mínimas para la impresionante dilatación existente.
La última lesión que los forenses encontraron fue en la zona que separa los orificios anal y vaginal, donde existía "una erosión de 5 centímetros que se continúa con el hematoma descrito a nivel de cara anterointerna de muslo izquierdo".

Su trabajo lo terminaron tomando una gran cantidad de muestras para enviar al Instituto Nacional de Toxicología, incluyendo la única mano existente, el cráneo y los órganos genitales.

El punto y final lo pusieron con las siguientes conclusiones:
1.- Las características generales del cadáver y las ropas y objetos personales encontrados en el mismo se corresponden con las de Miriam García.
2.- La muerte ha sido violenta.
3.- la muerte se produjo por destrucción de centros vitales encefálicos.
4.- Dicha destrucción se produjo como consecuencia de una herida por arma de fuego.
5.- Dicha herida tiene las siguientes características:
- orificio de entrada a nivel de la unión occipitoparietal izquierda, unos 2 centímetros por encima y 5 centímetros por dentro de la apófisis mastoides. La morfología es redondeada, con diámetro de 1 centímetro.
- la dirección es de detrás adelante, de izquierda a derecha y ligeramente ascendente.
- el orificio de salida está situado a nivel temporoparietal derecho, con dimensiones de 1.1 x 1.2 centímetros.
- no es posible precisar la distancia desde la que fue efectuado el disparo, con los datos del examen macroscópico, si bien cabe descartar el disparo a bocajarro (el que se realiza con la boca del arma en contacto con la piel).
6.- En el cadáver aparecen múltiples lesiones de tipo contusivo que presentan claros signos de reacción vital.
7.- En el cadáver aparecen signos de agresión sexual a nivel vaginal, con lesiones externas y, sobre todo, internas, que indican la introducción de un objeto provisto de filos o aristas en la cavidad vaginal, muy probablemente después de la muerte.
8.- La muy pronunciada dilatación anal, junto con la presencia de alteraciones perianales y en la mucosa rectal, serían compatibles con la existencia de agresión sexual a este nivel.
9.- Los datos obtenidos del estudio de la evolución de los fenómenos cadavéricos, hacen compatible el establecimiento de una data de la muerte de al menos dos meses.
Siendo cuanto tienen que manifestar.