A título informativo y sin que sirva de precedente, la legislación española actual regula la contaminación acústica en la Ley 7/2007 llamada GICA, Gestión Integrada de la Calidad Ambiental, desarrollando el Decreto 326/2003 de Contaminación Acústica, así como la Ley 37/2003 del Ruido.
En la polarización, cuando un rayo de luz incide sobre
ciertos cuerpos transparentes, entre ellos el cristal de Islandia, se desdobla
en dos rayos de tal manera que si sobre un papel dibujamos un punto y lo
observamos a través de estos cristales, vemos dos puntos: uno en la posición
normal y otro muy cerca de esta posición. Cuando el cristal se hace girar en el
plano del papel de la imagen normal, queda fija pero la segunda imagen gira en torno
a ella. Huygens no consiguió explicar este fenómeno.
La teoría ondulatoria quedó aún más reforzada por Foucault
en 1850: ideó un ingenioso procedimiento para medir la velocidad de la luz en distancias muy
cortas (experimento Fizeau-Foucault). Así pudo conocer que, como preveía
Hyugens, la luz viaja más despacio en el agua que en el aire con lo cual
desechó la interpretación de la refracción dentro de la teoría corpuscular.
Newton era favorable a una teoría corpuscular mientras que
Huygens y Hooke optaban por una teoría ondulatoria con la cual interpretaban el
hecho de que dos haces luminosos se cruzan sin perturbarse, algo difícil de
entender dentro de la teoría mecánica-corpuscular. Huygens desarrolló en
profundidad una teoría ondulatoria de la luz pero, suponiendo que, como las
ondas acústicas, eran ondas longitudinales, mientras que Hooke defendía que
estas ondas eran transversales.
Lord Kelvin citaba: "nunca estoy satisfecho hasta que consigo
el modelo mecánico de una cosa. Si puedo construir un modelo mecánico, entiendo
el fenómeno", lo cual era el sentir de la comunidad científica de la época.
Aquí dejo el texto literal, que es una delicia leer, sobre el comportamiento de esa gran desconocida y esquiva como lo fue la luz. Espero sea disfrutado.
Fragmento del estudio "Traité de la Lumiére", Francia 1678, publicado en Países Bajos en
1690:
""Además, cuando se considera la gran velocidad a
la que la luz se propaga hacia todos lados y que, cuando procede de diferentes
lugares incluso completamente opuestos, los rayos se atraviesan sin
impedimento, se comprende bien que cuando vemos un objeto luminoso, no puede
ser por el transporte de una materia que llega desde el objeto hasta nosotros
como una bala o una flecha que atraviesa el aire, pues asegurar esto,
repugnaría demasiado a estas dos cualidades de la luz y, sobre todo, a la
última [nota mía: se refiere a la dualidad onda-corpúsculo de la luz]. Debe
propagarse entonces de otra manera y lo que nos puede llevar a comprenderlo es
el conocimiento que tenemos de la propagación del sonido en el aire
Sabemos que, por
medio del aire, que es un cuerpo invisible e impalpable, el sonido se propaga a
partir del lugar donde se ha producido, por un movimiento que pasa,
sucesivamente, de una parte del aire a otra y que la propagación de este
movimiento se hace con igual velocidad en todas direcciones, debiéndose formar
como superficies esféricas que crecen siempre y que acaban por alcanzar nuestro
oído.
Ahora, si se
examina cuál puede ser la materia en la que se propaga el movimiento que
procede del objeto luminoso, a la que yo llamo éter, se ve que no es la misma
que sirve para la propagación del sonido. Pues se encuentra que esta última es
precisamente el aire que sentimos y que respiramos, el cual, eliminado de
cualquier lugar, todavía deja la materia que sirve para la propagación de la
luz. Esto se prueba encerrando un cuerpo sonoro en un vaso de vidrio del que se
elimina el aire con la máquina que nos proporcionó M. Boyle y con la cual ha
realizado muchos bellos experimentos. Pero haciendo este del que hablo, debe
tenerse cuidado en colocar el cuerpo que suena sobre el algodón o sobre plumas
de manera que no pueda comunicar vibraciones al vaso de vidrio que lo encierra
o a la máquina, una precaución que, hasta ahora, había sido descuidada.
Entonces, después de haber vaciado todo el aire, no se escucha el sonido del
metal cuando es golpeado. Se ve aquí no solo que nuestro aire, que no penetra
en absoluto en el vaso, es la materia en la que se propaga el sonido, si no
también que no es el aire si no otra materia en la que se propaga la luz, pues
eliminando el aire del vaso, la luz no deja de atravesarlo como antes... Cada
pequeña región de un cuerpo luminoso, como el Sol, una vela o un carbón
encendido, genera sus propias ondas de las cuales esta región es el centro
[nota mía: el conocido como Principio de Hyugens].
Pero lo que puede
parecer completamente extraño y aún increíble, es que las ondulaciones por
movimientos y corpúsculos tan pequeños pueden extenderse a distancias tan
inmensas como, por ejemplo, desde el Sol o desde las estrellas hasta nosotros.
Pues la fuerza de estas ondas debe debilitarse a medida que se separan de su
origen, de manera que la acción de cada una de ellas en particular, resultará,
sin duda, incapaz de hacerse sentir a nuestra vista. Pero dejaremos de
asombrarnos considerando que a una gran distancia del cuerpo luminoso, una
infinidad de ondas, cada una trazada desde puntos diferentes de este cuerpo, se
unen de manera que realmente componen solo una onda que, por consiguiente, debe
tener bastante fuerza para hacerse sentir. Así, este número infinito de ondas
que nacen en el mismo instante de todos los puntos de una estrella fija tan
grande como el Sol, no son prácticamente más que una onda, la cual puede tener
bastante fuerza para impresionar nuestros ojos. Por otra parte, de cada punto
luminoso pueden venir muchos miles de ondas luminosas en el menor tiempo
imaginable, por la frecuente percusión de corpúsculos, que inciden en el éter
en estos puntos, lo que contribuye todavía a hacer la acción más sensible. Hay
todavía que considerar en la emanación de estas ondas que cada partícula de la
materia en la cual se propaga una onda no debe comunicar su movimiento
solamente a una partícula próxima que esté en línea recta trazada desde el
punto luminoso, si no que lo comunica también necesariamente a todas las otras
que la tocan y que se oponen a su movimiento. De manera que, es necesario que
alrededor de cada partícula se forme una onda de la cual esta partícula sea el
centro."".