Comenzaré explicando brevemente cómo se comportan los seres
vivos en la naturaleza en relación a sus semejantes y a su entorno para
extrapolar posteriormente los argumentos a las sociedades humanas y a las escalas de
supervivencia conjunta. El buen lector sabrá leer entre líneas el corolario que
subyace de lo expuesto.
La jerarquización de las relaciones entre los miembros de
una manada es una ley no escrita que involucra a cada miembro en una posición
muy determinada y preestablecida. La manada sobrevive así en su ecosistema de
una forma eficiente y con garantías suficientes para prolongar la especie. La
individualidad y el aislamiento se producen en pocos casos en la naturaleza y
solamente se da en razas o animales que habitan en entornos muy determinados y
delimitados. La manada es pues, en general y salvo esos pocos casos, sinónimo
de existencia y futuro.
La manada está
fuertemente jerarquizada y se encuentra liderada por el llamado “macho Alfa”
que es secundado por los llamados “machos Beta” los cuales le ayudan en sus
tareas básicas que son: dar protección al grupo, buscar alimento y asegurar la
descendencia.
Teniendo en cuenta lo anterior, cabe preguntarse si cada
individuo dentro de la manada, posee dignidad propia con respecto a su estatus
dentro del grupo y la respuesta es afirmativa siempre y cuando no pretenda
cambiar de forma unilateral ese estatus previamente establecido. El individuo
como tal, tiene unos derechos y unas obligaciones con el grupo y, dentro del
grupo, ningún otro miembro puede coartarle en esos derechos y deberes hacia la
manada. Por esta razón, su dignidad individual se basa en la dignidad de la
propia manada y en sus aportaciones hacia los demás así como las aportaciones
que le ofrece al grupo a cada uno de sus integrantes. Incluso el macho Alfa
tiene sus obligaciones y sus derechos hacia los demás miembros por lo que su
dignidad individual está garantizada. Es la manada la que le ofrece a cada
miembro el derecho a que tenga dignidad dentro de ella. Y toda manada se rige
por unas normas que ningún integrante se atreve a romper porque esas normas son
las que garantizan, de la forma más eficientemente posible, la supervivencia y
el futuro. Por tanto, cualquier individuo de fuera de la manada no es digno de
pretender de ella los principios básicos de protección, alimento y
descendencia.
El ser humano es un ser de manada, es decir, es un ser
social que debe depender de sus semejantes y de la sociedad para sobrevivir. Las
sociedades actuales son complejas y, a veces, el ser humano tiende al
aislamiento pero no porque su naturaleza así se lo exija, si no porque cree que
la sociedad en la que vive no le ofrece lo que busca y se cree capacitado para
la soledad voluntaria, la cual cree que le ofrecerá un futuro mejor, es decir,
cree que su futuro y su escala de valores se basará en la independencia. Pero esto
no es así.
Cuando un ser humano o un grupo de ellos, que constituyen
una sociedad dentro de otras sociedades, da el paso hacia el aislamiento, lo
que produce en las demás sociedades que conviven y tienen relaciones con esa
sociedad, es el sentimiento de mostrarle que no debe independizarse del
conjunto ya que el mundo moderno está plenamente globalizado. Esas sociedades
experimentarán un sentimiento de paternalismo para darle a entender que merece
la pena estar unidos. No valoro legalidades o ilegalidades, hablo de moralidad y de sentido práctico.
Comparando lo anterior con el reino animal, cuando un
individuo activo de una manada social, decide emanciparse de ésta en contra de
todo principio y norma de supervivencia, el resto de la manada tratará de que
no suceda porque la manada se compone de todos sus miembros y si un miembro
huye, cabe la posibilidad de que lo hagan más miembros por lo que la manada se
romperá. Pero esos miembros aislados tratarán de buscar otras manadas que los
acojan y que les proporcionen los tres principios básicos expuestos antes: protección,
alimento, descendencia.
Volviendo al caso humano, cualquier sociedad aislada o que
pretenda serlo, se encontrará en soledad y, al cabo del tiempo, se dará
cuenta de que no puede subsistir con sus limitados medios porque necesita relacionarse con otras sociedades y tratará de buscar su
integración en las mismas.
Con todo ésto, está claro que la dignidad de los miembros de
esa sociedad que pretendiera aislarse, ya sea tratando la situación para una sociedad
o para un individuo, se ve alterada porque el tratamiento de su deseo de independentismo
con respecto a la globalización, rompe esa relación mutua, ese vínculo
indivisible, entre cada miembro de la manada con respecto al grupo porque ese
miembro tiene su propio lugar indiscutible dentro de la sociedad.
Cuando se piensa en individualidades se llega a contradicciones. Hay que asumir el lugar de cada uno dentro de la sociedad y relacionarse con ella de forma eficiente para mirar hacia un futuro mejor.