miércoles, 5 de noviembre de 2014

Independencia, Dignidad y la Manada

   Comenzaré explicando brevemente cómo se comportan los seres vivos en la naturaleza en relación a sus semejantes y a su entorno para extrapolar posteriormente los argumentos a las sociedades humanas y a las escalas de supervivencia conjunta. El buen lector sabrá leer entre líneas el corolario que subyace de lo expuesto.
   La jerarquización de las relaciones entre los miembros de una manada es una ley no escrita que involucra a cada miembro en una posición muy determinada y preestablecida. La manada sobrevive así en su ecosistema de una forma eficiente y con garantías suficientes para prolongar la especie. La individualidad y el aislamiento se producen en pocos casos en la naturaleza y solamente se da en razas o animales que habitan en entornos muy determinados y delimitados. La manada es pues, en general y salvo esos pocos casos, sinónimo de existencia y futuro.
   La manada está fuertemente jerarquizada y se encuentra liderada por el llamado “macho Alfa” que es secundado por los llamados “machos Beta” los cuales le ayudan en sus tareas básicas que son: dar protección al grupo, buscar alimento y asegurar la descendencia.
   Teniendo en cuenta lo anterior, cabe preguntarse si cada individuo dentro de la manada, posee dignidad propia con respecto a su estatus dentro del grupo y la respuesta es afirmativa siempre y cuando no pretenda cambiar de forma unilateral ese estatus previamente establecido. El individuo como tal, tiene unos derechos y  unas obligaciones con el grupo y, dentro del grupo, ningún otro miembro puede coartarle en esos derechos y deberes hacia la manada. Por esta razón, su dignidad individual se basa en la dignidad de la propia manada y en sus aportaciones hacia los demás así como las aportaciones que le ofrece al grupo a cada uno de sus integrantes. Incluso el macho Alfa tiene sus obligaciones y sus derechos hacia los demás miembros por lo que su dignidad individual está garantizada. Es la manada la que le ofrece a cada miembro el derecho a que tenga dignidad dentro de ella. Y toda manada se rige por unas normas que ningún integrante se atreve a romper porque esas normas son las que garantizan, de la forma más eficientemente posible, la supervivencia y el futuro. Por tanto, cualquier individuo de fuera de la manada no es digno de pretender de ella los principios básicos de protección, alimento y descendencia.
   El ser humano es un ser de manada, es decir, es un ser social que debe depender de sus semejantes y de la sociedad para sobrevivir. Las sociedades actuales son complejas y, a veces, el ser humano tiende al aislamiento pero no porque su naturaleza así se lo exija, si no porque cree que la sociedad en la que vive no le ofrece lo que busca y se cree capacitado para la soledad voluntaria, la cual cree que le ofrecerá un futuro mejor, es decir, cree que su futuro y su escala de valores se basará en la independencia. Pero esto no es así.
   Cuando un ser humano o un grupo de ellos, que constituyen una sociedad dentro de otras sociedades, da el paso hacia el aislamiento, lo que produce en las demás sociedades que conviven y tienen relaciones con esa sociedad, es el sentimiento de mostrarle que no debe independizarse del conjunto ya que el mundo moderno está plenamente globalizado. Esas sociedades experimentarán un sentimiento de paternalismo para darle a entender que merece la pena estar unidos. No valoro legalidades o ilegalidades, hablo de moralidad y de sentido práctico.
   Comparando lo anterior con el reino animal, cuando un individuo activo de una manada social, decide emanciparse de ésta en contra de todo principio y norma de supervivencia, el resto de la manada tratará de que no suceda porque la manada se compone de todos sus miembros y si un miembro huye, cabe la posibilidad de que lo hagan más miembros por lo que la manada se romperá. Pero esos miembros aislados tratarán de buscar otras manadas que los acojan y que les proporcionen los tres principios básicos expuestos antes: protección, alimento, descendencia.
   Volviendo al caso humano, cualquier sociedad aislada o que pretenda serlo, se encontrará en soledad y, al cabo del tiempo, se dará cuenta de que no puede subsistir con sus limitados medios porque necesita relacionarse con otras sociedades y tratará de buscar su integración en las mismas.

   Con todo ésto, está claro que la dignidad de los miembros de esa sociedad que pretendiera aislarse, ya sea tratando la situación para una sociedad o para un individuo, se ve alterada porque el tratamiento de su deseo de independentismo con respecto a la globalización, rompe esa relación mutua, ese vínculo indivisible, entre cada miembro de la manada con respecto al grupo porque ese miembro tiene su propio lugar indiscutible dentro de la sociedad.
   Cuando se piensa en individualidades se llega a contradicciones. Hay que asumir el lugar de cada uno dentro de la sociedad y relacionarse con ella de forma eficiente para mirar hacia un futuro mejor.