Hace algunos años escribí unas entradas referidas a los sistemas de numeración de algunas civilizaciones notables de la historia del ser humano y, en especial, la numeración de los mayas. Invito al lector a acudir a aquéllas en los enlaces Sistemas de Numeración y Sistema Vigesimal: la Fascinante Numeración Maya .
Ahora retomo aquellas líneas con un sistema de numeración cuanto menos curioso: el sistema de la civilización de Mesopotamia cuya base era el número 60 o sexagesimal, peculiar éste pero muy práctico ya que es divisible por muchos de sus números inferiores: 60 es divisible por 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 15 y 30, obviando, evidentemente, la unidad y él mismo. La cuestión práctica es que se reduce de forma considerable la necesidad de recurrir a las fracciones. Los mesopotámicos vivieron hace varios milenos antes de nuestra era y desarrollaron su sociedad entorno a los ríos Éufrates y Tigris.
Siguiendo con el desarrollo anterior, el número 60 también proporcionaba un múltiplo para contar el número de días de un año solar, aproximadamente, ya que 360 = 6 x 60 y así se optó por dividir el círculo en 360 veces, lo que hoy conocemos como grados. Con esta solución se podía saber en qué día del año se estaba y cuántos faltaban para el siguiente ciclo, puesto que el Sol avanzaba una vez o grado al día. Se conserva en la actualidad un magnífico documento (una tablilla de barro) llamado Plimpton 322 que ilustra los conocimientos matemáticos de los mesopotámicos: eran conocidos el cuadrado de un número, el cubo, la raíz cuadrada y la raíz cúbica. Un destacado gobernante llamado Gudea que reinó sobre el 2000 AC, fue representado en diferentes estatuillas que se conservan hoy en día, en las que aparecen grabadas unas reglas graduadas, lo que da pie a pensar que se obtuvo un gran avance en matemáticas durante su gobierno.
Una sociedad avanzada como la mesopotámica realizaba operaciones mercantiles, con lo que se progresó en la concesión de préstamos con intereses y en la aritmética enfocada al comercio y, derivado de este comercio, las pesas y medidas de la materia prima tuvieron que unificarse y de esta unificación nació la hegemonía de Babilonia en todas las transacciones de Mesopotamia. Había unidades de medida para la longitud (el codo), el volumen (el ka), el peso (la mina) y la capacidad (el sar) y todos los múltiplos y submúltiplos se calculaban sobre la base sexagesimal.
Como curiosidad, cabe destacar que los mesopotámicos conocían que en el firmamento había una serie de estrellas fijas y otras que se movían con relativa frecuencia siguiendo unas órbitas peculiares: lo que hoy en día conocemos como los planetas. Estos planetas se podían ver a simple vista y eran Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno que, junto con el Sol y la luna suman 7. Así se dispuso que este número conformaría una semana. En el recorrido estelar de los planetas, éstos atravesaban determinados grupos de estrellas a los que se atribuían formas animales. Estos grupos de estrellas son los que denominamos signos del zodíaco y son 12 y en cada una de estas agrupaciones el Sol permanecía aproximadamente 1 mes. Así pues, 1 año era el tiempo que el Sol tardaba en estar 1 vez en cada uno de esos grupos estelares.
Cada civilización obtuvo pues un sistema numerario perfectamente válido y que permitió avanzar técnicamente y socialmente para poder conseguir comprender un poco mejor su entorno y, por qué no, el firmamento.