Cada año, en dos ocasiones, en Europa y en algunos puntos
concretos de América, se cambia del horario de invierno al de verano y viceversa, lo
cual comenzó a realizarse después de la crisis del petróleo de 1973 y hoy en
día se sigue haciendo. Es curioso señalar que potencias como China o Japón
nunca han llevado a cabo estos cambios de hora. Como el motivo principal es el
ahorro energético aprovechando la diferencia de horas de sol entre el invierno
y el verano (se estima que en España dicho ahorro está entorno al 5%), está
claro que en el cinturón del planeta, el ecuador, no tiene sentido realizar un
cambio horario porque las horas de sol son casi las mismas en invierno y en
verano.
¿Por qué? La explicación a este fenómeno se remonta a la
Segunda Guerra Mundial y al auge del nazismo en Europa. España vivía tiempos
convulsos después de la Guerra Civil y, cuando Hitler invadió Francia, exhortó
a que Franco se le uniera en sus conquistas pero el Generalísimo, adelantándose
proféticamente a las décadas venideras, pensó que la Alemania nazi no tenía futuro aunque tampoco quería convertirse en un potencial enemigo por lo que en la Segunda
Guerra Mundial España se mantuvo, oficialmente neutral, al igual que Suiza.
Aún así, para permanecer en este estado de neutralidad, Franco llegó a acuerdos
puntuales con el régimen nazi y, uno de ellos, fue que España tuviera el mismo
horario que Alemania y, por ende, el mismo horario que Europa, invadida casi en
su totalidad por los alemanes, lo que facilitaría el transporte, sobre todo por
ferrocarril entre España y el resto de Europa.
Lo que propone la Comisión Nacional para la Racionalización
de Horarios Españoles es no cambiar de horario de invierno al de verano y
viceversa, sino permanecer en un mismo horario porque existen serias dudas
sobre su eficiencia, ya que hace 4 décadas que se implantó y la industria ha
cambiado mucho desde entonces. Además, esta comisión señala la necesidad que
tiene España de volver al horario GMT, el cual es suyo de forma natural. Como
punto de inflexión está Greenpeace que afirma que el ahorro energético sí que
se produce pero para intensificarlo propone que dichos cambios de horarios se
deberían hacer mucho más a menudo y no solo dos veces al año. Para el ser humano, dicho cambio de hora supone un
periodo de adaptación que oscila entre dos y cuatro días.
Por todo ello, ¿merece la pena cambiar el horario de invierno al de verano y viceversa? Mi respuesta es negativa. Además, ¿debería España volver
a GMT, el cual le corresponde de forma natural? Mi respuesta es afirmativa. La
Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles lleva varias
legislaturas llevando iniciativas al respecto a los diferentes gobiernos de turno y todos
ellos han dicho lo mismo: se estudiará la propuesta. Yo, cuando estudiaba,
llegaba una fecha en la que tenía que examinarme de lo estudiado pero para el
tema de los horarios europeos, cuestión no trivial, parece ser que la fecha de examen siempre se
atrasa…