Según la RAE, un cortafuegos (forestal) es una franja de
terreno que no posee ningún tipo de material combustible por lo que los
incendios forestales no pueden expandirse. Se suelen situar en las laderas de
las montañas hasta llegar a la cima y, generalmente, son de una pendiente
bastante acusada. Por estos lugares se realizan competiciones de montaña de
carreras a pie.
Para un corredor, un cortafuegos es ese espacio de la
montaña en el que, incluso los corredores muy experimentados y los de élite, han de
ir andando y, si algún valiente sube estos lugares corriendo, ya no se
considera un cortafuegos sino una cuesta de gran pendiente. Esta definición es
un poco de andar por casa pero perfectamente válida en la práctica. Un
cortafuegos normal tiene una longitud entre 1 kilómetro y 1,5 kilómetros.
Cortafuegos de más longitud son raros de ver en una carrera de montaña aunque
los hay.
Mi experiencia en el mundillo de las carreras a pie me ha
llevado a plantear algunas estrategias para afrontar estos lugares sin morir en
el intento. Lo habitual en estos casos es ascender con pasos cortos, a veces
ayudándose de las manos en las rodillas para ayudar con el tren superior a las
piernas y, los más brutales, hay que hacerlos escalando, es decir, se apoyan
las manos en la pared-suelo sin necesidad de inclinarse hacia delante. En este último caso
estamos hablando de pendientes alrededor del 60% cuando lo normal en un
cortafuegos está, más o menos, entre el 30% para una ascensión normal y el 45%
para los que conviene ayudarse con las manos en las rodillas o en los muslos
para “hacer palanca”. Alguno he sufrido del tipo de escalada y tienen un gran
peligro porque solo se puede o subir o bajar, es decir, los corredores
ascienden totalmente en línea recta sin posibilidad de irse hacia algún lado
por la gran pendiente y se suelen desprender piedras. Conviene dejar mucha
distancia entre el corredor que nos precede y avisarle al que nos sucede para
que haga lo mismo, para prevenir el hecho de que alguna piedra pueda caer y tener algunos
segundos para reaccionar (la reacción sería pegarse lo más posible a la pared y
cubrirse la cabeza, ya que es imposible moverse hacia los lados).
Y como siempre digo, es vital tener toda la información
previa del perfil de la carrera y estudiarlo para saber en cada momento dónde
se encuentran las dificultades técnicas y los puntos de inflexión.
Básicamente hay tres tipos de formas de afrontar un
cortafuegos con garantías de llegar a la cima sin haber desfallecido en el intento y
dependen, estratégicamente, de cómo haya sido el terreno previo al cortafuegos.
Común a estos tres tipos, durante el ascenso apenas miraremos hacia arriba,
simplemente miraremos dónde pisamos y trataremos de ser lo más constantes
posible. Merece la pena esta incertidumbre por no saber dónde está la cima. Otro
punto común es que la ascensión también va a depender mucho de la altitud a la
que se encuentre el cortafuegos: cuanta más altitud tenga la montaña más
trabajo nos costará subirla por la falta de oxígeno. También hay que tener muy presente que sufriremos en un cortafuegos y hay que tener mucha fuerza mental. Así, tenemos:
1) Comenzar viniendo de un descenso. Es la forma más
complicada y cuanto más pronunciado haya sido ese descenso previo, mayor complicación, siendo de la
máxima dificultad lo que denomino “hacer la V”, es decir, venir de un descenso
técnico y pronunciado e, inmediatamente, afrontar el cortafuegos. En el
descenso previo los músculos han trabajado en retención, se corre rápido (según
la técnica de cada uno) y la capacidad cardiopulmonar está reducida porque no
hay que hacer esfuerzo y, de repente, nos encontramos con la subida. El cambio
es brutal sobre todo para los pulmones y el corazón que tienen que ponerse al
límite de trabajo para oxigenar las piernas. El ritmo de carrera se queda casi
a cero y tenemos que cambiar rápidamente la mentalidad para ascender a pasos
cortos. Se tarda un tiempo en asimilar este cambio tan radical y hay que
adaptarse lo antes posible y tratar de coger un ritmo que nos permita andar
rápido pero con calma o si no, nos tendremos que parar en mitad del cortafuegos
para poder respirar y el resto de la carrera nos iremos arrastrando por no
haber adaptado el cuerpo a la exigencia de una ascensión de este tipo. Es así
de cierto, lo sé por experiencia.
2) Comenzar viniendo de terreno llano. Aquí podríamos
suponer que vamos por una pista por la que se puede correr a un ritmo vivo y,
como suele suceder a menudo, la carrera se desvía hacia la montaña, a izquierda
o derecha, de forma abrupta. Con la información de la carrera memorizada
previamente, ya sabremos dónde se encuentra el desvío e iremos bajando el ritmo
unos 500 metros antes, más o menos, para afrontar los primeros y decisivos
metros del cortafuegos con el cuerpo lo más preparado posible. Solo basta coger un ritmo de ascensión que nos permita culminar sin contratiempos y continuar
nuestra competición.
3) Comenzar viniendo de terreno ascendente pero en el que se
puede correr. Ésta sería la forma menos dura de comenzar la subida a un
cortafuegos ya que el cuerpo está adaptado a un ritmo de ascensión y comenzar
así un cortafuegos solo supone, a nivel cardiopulmonar, un escalón más de esfuerzo.
Los músculos de las piernas casi no van a crear ácido láctico y no será un
ascenso con las complicaciones de los puntos anteriores. Este tipo de situación es el que más garantías nos ofrece para llegar a la cima conservando las fuerzas.
Espero haber disipado algunas dudas sobre las carreras de
montaña y las particularidades de los cortafuegos y siempre recomiendo informarse lo más posible del perfil al que nos enfrentaremos, buscando fotos de ediciones previas o la ruta en track de gps (muy de moda últimamente) y tratar de memorizarlo lo más detalladamente posible, lo cual nos dará garantías para disfrutar lo máximo en una carrera de montaña y sufrir lo mínimo, que es de lo que se trata.