No me gusta escribir sobre aspectos o situaciones actuales y
alguna vez he dado las razones por las que no lo hago pero, hace muy pocos
días, vi en televisión una escena que me pareció, cuanto menos, curiosa aunque
rayando en lo absurdo y, por supuesto, una escena para sentir vergüenza ajena. Paso
a relatarla de forma general para no aburrir en demasía y después realizaré el
conveniente y breve comentario.
Se debatía algo aburrido en el Congreso de los Diputados,
ese que nos representa a todos y a todas en democracia y donde, se supone, sus
señorías son personas educadas, cultas y con dedicación a la sociedad. Presidía
la presidenta suplente y estaba en la tribuna un parlamentario que reclamaba
para la Comunidad Valenciana algún ajuste presupuestario y, ni corto ni perezoso, sacó un pan
y lo partió por la mitad escenificando gráficamente su propuesta. Ante esa
situación entre hilarante y vergonzosa, la presidenta le recriminó,
textualmente, que se ciñera a su discurso y que no "hiciera payasadas". El
parlamentario acabó su alocución y volvió a su tribuna. Lo siguiente en la
noticia dada en televisión fue que dicho parlamentario, en algún adalid que
permite tomar el turno de palabra para dirigirse a la presidencia, le recriminó
a la presidenta sus palabras y dijo que se sentía ofendido por haberle llamado “payaso”
y que llevaría a cabo las acciones parlamentarias legales pertinentes. Todo
quedó en un escrito dirigido al presidente titular al día siguiente relatando la escena.
Se nota que este parlamentario no sabe lo que es un payaso.
Y se nota mucho. Tengo dudas al respecto sobre si la presidenta de turno tiene
conocimientos o no sobre lo que es hacer payasadas aunque, sinceramente, reconozco
que no aparentaba negatividad en su forma de regañar al parlamentario,
simplemente le recriminó algo que parecía absurdo y que no encaja en una
reivindicación formal en la tribuna de oradores. No entro a valorar dicha
reivindicación, solo la escena en sí.
Exhorto pues a este parlamentario, y de paso a la presidenta
de turno, por si acaso, a que se informen de lo que es ser un payaso y de dónde viene el
concepto, para lo cual, podrían leer mi entrada “Pagliacci” (aquí), sin
necesidad de buscar en otros sitios de internet.
Antes de sentirse insultado por una expresión que lo que debería
provocar es orgullo, hay que leer, culturizarse y empaparse de conceptos que están
ahí pero que, tratando de aparentar, no se obtienen, y menos siendo un parlamentario
que representa al pueblo, de ahí lo de sentir vergüenza ajena, al menos por mi
parte.